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Por Ulises Toirac ()

La Habana.- No disentir es… lo anómalo. La vida está llena de acuerdos y transacciones de ideas. No se vive por las directrices ajenas, sino por las propias, porque propias son las circunstancias y vivencias. Cada individuo es eso: una individualidad. Y por tanto no es normal que «clone» ideas, expresiones, conceptos, principios… ajenos.

Las revoluciones (que son violentas por «default») llevan a la imposición de fuerza. Surgen como resultado de una situación social y triunfan en la medida que su proyección coincida con un deseo común. Pero por supuesto, la tercera ley de Newton, que aplica en lo social también, nos habla de una fuerza de reacción como resultado de una previa fuerza de acción. Y ahí se forma el berenjenal, porque las revoluciones no son un movimiento eterno. Cambian un status y sucumben en la medida que ganan el poder. No hay revolución en un poder que persigue perpetuarse. Olvida el tango.

Y surge el problema de la democracia vs. mantener el poder. Es necesario una sociedad que instaure de alguna manera un remedo de funcionalidad, pero los mecanismos de defensa del poder siguen, se perfeccionan.

El disenso, que pudo haber sido radical en un inicio, en el que la polarización obligaba, toma otros múltiples colores (aunque sobreviva el inicial entre ellos) producto precisamente de la necesidad del poder de aparentar, de instaurar y darle «caché» a una «democracia» que puede desestabilizar su permanencia. Por tanto el disenso sigue siendo pernicioso y «enemigo», no importa el color que tome.

Y como resultado de este arroz con mango, el poder cercena un elemento que es imprescindible en el desarrollo de cualquier proyecto humano: la pluralidad. No hay manera de desarrollar nada que no implique lo que los cerveceros alemanes citaron como «unidad y lucha de contrarios» en el marco de lo que también definieron (tres cervezas antes o después) como «contradicciones antagónicas y no antagónicas».

He leído con estupor «somos una potencia militar, médica y económica que avanza… » en pleno 2025 ¡hablando de Cuba! De un país que ni siquiera logra la primera preocupación de Lenin aquél «octubre»: la electrificación de un pais. No creo que sea el tipo de persona que potencie desarrollo, cauce, soluciones. Son personas que no aportan porque ni siquiera ven que hay que cambiar o se perece. Sin embargo, es el diseño de persona a la que no se persigue y a la que se pone como ejemplo de patriota y revolucionario.

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