Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Eduardo González Rodriguez ()

Santa Clara.- Ya nada es creíble por estos lares. Ya el que miente sabe que miente. El que finge creer, se avergüenza (si tiene vergüenza, claro) de que todos sepan que es un simulador más en este engaño gigante que hemos inflado como un globo.

Hay que tener mucho hígado para publicar tantas parrafadas optimistas que no tienen bastón para sostenerse y creer que están defendiendo la patria. Eso es muy bajo y sospechoso. ¿Están defendiendo la patria de quién? Porque la patria no será jamás de los que mienten, de los que lucran, de los que fundan su poder y economía sobre el lomo del hambriento y el inocente.

La patria no comulga con hombres limpios, bien comidos y de uñas impecables que dicen desvivirse por amor al prójimo.

Al que ama al prójimo de corazón le es imposible no mancharse la camisa, las manos o los ojos. Al que ama al prójimo, aunque sonría, se le ve siempre la tristeza en el semblante.

Esos, los que dicen representar la patria, los que se llenan los bolsillos y usan trajes impecables, tienen el alma muy cochina.

Y más cochina aún es el alma de los que, simulando creer desde el borde de la mesa, esperan el mendrugo miserable conque el amo le paga la sumisión, la capacidad de repetir una mentira como propia, una ofensa como propia, una idea sin alas como propia. ¡Qué alegría debe darle a esa raza de hombres que el amo le ponga la mano en la cabeza y le diga «¡perro bueno!».

Malas noticias para los falsos optimistas. La patria hoy está mirando con tristeza a una niña en la oscuridad, a una madre que no pudo obrar el milagro de la cena y a un hombre que se muere de vergüenza porque otra vez dijo que sí cuando en su corazón sabe que no.

¿Será cierto que una mentira repetida muchas veces puede convertirse en verdad? Eso es para los oportunistas y los tontos. La mentira está ahí, visible, delante de nosotros. Si no la reconoces, es porque te va bien a la orilla de la mesa del amo. Pues… suerte con eso.

P/D: A pesar de tantos aplausos y pronósticos optimistas, hoy tampoco tendremos una buena noche. Una más. Pero también una menos.

Deja un comentario