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LA MUJER DE LA GASOLINERA

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Por Carlos Carballido

El sol estaba por caer cuando la vio salir de la gasolinera. Era mucho más joven y su belleza, demasiado extraña e irrepetible, escapaba a cualquier descripción común.

No era la típica mujer que hace girar cabezas, pero algo misterioso en ella quedó grabado para siempre en la mente del forastero.

Solo la miró pasar, nada más. Por alguna extraña razón, no supo hallar la chispa creativa para descubrir, al menos, si su corazón tenía dueño.

Había viajado de muy lejos para ver el atardecer frente al mar, y ella, quizás, iba tras lo mismo. Tal vez habría sido hermoso compartir un instante tan mágico, pero nadie sabe si lo habría aceptado.

Ha pasado el tiempo. Hay rayos que ciegan el alma sin necesidad de otros filtros. Se quedan y no se van, aunque sean solo una idea tejida en la maraña de la incertidumbre, preguntándose si valió la pena, al menos, haberse presentado.

Dicen los comanches que cuando una mujer hace hablar al corazón, es una colina que debes subir; solo en la cima sabrás si merece la pena. Si no lo intentas, la duda nunca se marcha.

La mujer de la gasolinera seguirá llenando el tanque de su vehículo. No tiene ni idea de que alguien la recuerda como un sueño fotográfico inmóvil, que se desvanece al rayar el día, pero nunca del todo.

(De la serie La Historia detrás de la Foto)

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