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El 20 de mayo de 1506 falleció en Valladolid Cristóbal Colón, parece ser que por complicaciones derivadas de una gota o una artritis padecida durante años.
Tras su muerte, su cuerpo fue tratado con un proceso llamado descarnación, mediante el cual se quitaba toda la carne de los huesos para la mejor conservación del cadáver.
Un día antes de su muerte redactó su testamento, donde queda claro que es falso el mito inventado por su hijo Hernando y propagado por Bartolomé de las Casas de que Colón muriese pobre.
Su situación económica al final de su vida era la de un millonario, con rentas anuales estimadas en unos 8.000 pesos (unos cuatro millones de maravedíes).
Se le enterró inicialmente en el Convento de San Francisco en Valladolid y, posteriormente, sus restos fueron trasladados a la capilla de Santa Ana del Monasterio de la Cartuja, en Sevilla, en 1509. Se encargó del traslado el mercader florentino Simón Verde, amigo de la familia.
En 1523, por deseo de su hijo Diego Colón, que dispuso en su testamento que tanto sus restos como los de su padre fueran trasladados y enterrados en la catedral de Santo Domingo.
Los restos mortales de Cristóbal Colón permanecieron sepultados en Santo Domingo por más de dos siglos. Tras la conquista de la isla de Santo Domingo en 1795 por los franceses, se trasladaron a La Habana y, tras la guerra hispanoamericana y la independencia de Cuba en 1898, los restos de Colón fueron trasladados a bordo del crucero Conde de Venadito hasta Cádiz y desde allí hasta Sevilla con destino a la Catedral de Sevilla, donde reposan en un suntuoso catafalco.
Posteriormente, se produjo una controversia sobre el destino final de los restos de Cristóbal Colón, tras aparecer en la Catedral de Santo Domingo, una caja de plomo que contenía fragmentos de huesos y que llevaba una inscripción donde se leía «Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón».
Esos restos permanecieron en la catedral de Santo Domingo hasta 1992, año en el que fueron trasladados al Faro a Colón, un monumento faraónico construido por la República Dominicana para homenajear y conservar los restos que se suponen también de Colón.
Al parecer, en el momento de exhumar el cuerpo de la catedral de Santo Domingo no estuvo muy claro cuál era exactamente la tumba de Cristóbal Colón, debido al mal estado de las tumbas, con lo que resulta al menos probable que solo se recogieran parte de los huesos, quedando la otra parte en la catedral de Santo Domingo.
Para averiguar cuáles eran los verdaderos restos se propuso tomar muestras de ADN de ambos esqueletos: el de Sevilla y el de Santo Domingo.
Un equipo de investigación dirigido por José Antonio Lorente, médico forense y director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, que estudió los restos óseos atribuidos al almirante que están en la catedral de Sevilla desde 1898, confirmó que «sí son los de Cristóbal Colón». Esta afirmación está basada en el estudio del ADN comparado con el de su hermano menor Diego y con los de su hijo Hernando.
Sin embargo, las autoridades dominicanas pospusieron la apertura de la tumba y aún se espera que las autoridades de la República Dominicana permitan el estudio de los restos atribuidos al Almirante que están en ese país, lo cual permitiría completar la historia en torno a esta cuestión.
Pero este estudio ya no es determinante para identificar los restos del descubridor. Se estima que pueda haber restos en otros lugares, ya que los que hay en Sevilla no llegan al 15 % de la totalidad del esqueleto, por lo que podría resultar que los que están en Santo Domingo también correspondan al navegante genovés. (Tomado de elruedoiberico)