
LA MENTIRA
Por Tania Tasé
Berlín.- En una ocasión le preguntó por qué no la miraba cuando hablaba. Se había dado cuenta que no había contacto visual, que parecía habitar otro mundo mientras escuchaba. Sí notó que meditaba. Siempre parecía estar pensando en algo ajeno al tema de la charla.
Se demoró tanto en contestar que pensó que no la había oído. Cuando hubo perdido todo rastro de esperanza de obtener una respuesta, escuchó su voz, que parecía regresar de un sueño:
-Me han mentido tanto mirándome a los ojos, que aprendí a concentrarme en la voz. Sé cuándo me dicen la verdad o no, por pequeñas variaciones en el tono. Noto enseguida cuando desafinas. He desarrollado un oído musical para la verdad. Estoy entrenada.
Se arrepintió de haber hecho la pregunta y ya no pudo más sostener su mirada. Porque ahora sí había logrado el contacto visual que reclamó. ¡Maldita la hora!…
(El Ejercicio. Fragmento)