Berlín.- Quedamos en encontrarnos a las 10:00 y como siempre llego demasiado temprano.
He pasado mil veces en el metro por aquí a varios metros bajo tierra, pero nunca había pisado la superficie de la Bayerische Platz.
Tampoco había visto sus jardines que a esta hora recibe una suave lluvia del sistema de regadío. Me siento a la sombra inspeccionando cada banco, cada edificio, cada flor. Y el siguiente letrero me deja en schock.
«No se permite a los judíos utilizar el transporte público cuando está lleno. Sólo pueden tomar asiento si los demás pasajeros ya no están de pie.»
Debe ser un error, pienso, o quizás hayan olvidado retirarlo. Pero no es posible. Hay algo escrito debajo y me acerco a leer la letra pequeña:
«Monumento conmemorativo: Lugar de recuerdo
Monumento conmemorativo a los judíos que vivieron en Berlín de 1933 a 1945″
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