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«La historia ha demostrado que el mal nunca gana»

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Por Oscar Durán

San José de las Lajas.- Hay cartas que no se escriben con tinta, sino con la piel. La de Nadir Martín Perdomo es una de esas. No nace desde la comodidad de una mesa ni desde el amparo de la rutina, sino desde el encierro, desde el gris perpetuo de unas rejas que el castrismo ha convertido en paisaje cotidiano para quienes se atrevieron a pedir libertad. Es una carta íntima, familiar, pero también profundamente política, porque en Cuba todo lo humano termina siéndolo.

En cada línea se siente el peso del tiempo robado y la nostalgia por una vida sencilla que hoy parece un lujo: café a las tres de la tarde, risas, discusiones triviales, una casa llena.

El texto duele precisamente porque no exagera. Nadir no necesita consignas ni aspavientos. Le basta con contar la ausencia. La familia que ya no ve, la casa que ya no habita, los rostros que ahora solo existen en la memoria. Esa imagen de pararse cada noche a mirar el cielo es demoledora: un hombre preso hablando con Dios porque el Estado le cerró todas las demás puertas. Ahí está resumida la lógica de la represión cubana: aislar, romper vínculos, castigar no solo al preso sino a todo su entorno afectivo.

Hay, además, una dimensión espiritual que eleva la carta. Nadir se compara con José de Egipto, entiende el sufrimiento como parte de un propósito que todavía no logra descifrar. No es resignación; es resistencia desde la fe. Esa mezcla de dolor, esperanza y dignidad es la que el régimen nunca ha sabido manejar, porque no se puede confiscar ni decomisar en una requisa. El castrismo puede controlar cuerpos, pero no convicciones.

Cuando Nadir menciona a cada miembro de su familia, el texto se transforma en un acto de amor militante. No es una despedida, es una reafirmación. Se declara feliz, afortunado, orgulloso, incluso desde la prisión. Y cuando habla de su hermano y de la causa justa a la que pertenecen, deja claro que no hay arrepentimiento. La libertad de Cuba aparece como horizonte inevitable, no como consigna vacía. “La historia ha demostrado que el mal nunca gana”, escribe, y esa frase, en boca de un preso político, tiene un peso moral imposible de refutar.

Esta carta no debería circular de mano en mano de forma clandestina; debería leerse en voz alta, publicarse, archivarse como testimonio de una época oscura. Porque lo que vive Nadir Martín Perdomo no es un caso aislado, es parte de una maquinaria de castigo que lleva más de seis décadas funcionando. Y, aun así, desde esas mazmorras sale un mensaje claro: el amor, la familia y la justicia siguen en pie. Eso, para cualquier dictadura, es una derrota anunciada.

Carta de Nadir Martín Perdomo

Hoy es uno de esos tantos días en los que el cielo se me pone de color gris, miro a mi alrededor y no los veo y extraño esos momentos cuando nos tomábamos las tazas de café a la 3 de la tarde y todos estabamos allí, o haciendo cuentos, chistes e incluso discutiendo o debatiendo cualquier tema. La casa de Marta siempre llena, vecinos, amistades, familia, pero juntas, siempre juntas.

Hoy, como hace 4 años, solo veo rejas y no los veo a ustedes, mi familia. Me paro casi todas las noches en la puerta para mirar al cielo, siempre le pido a Dios que me los proteja y les de mucha fuerza. Me llena de nostalgia esos momentos lindos que parecieron muy comunes y hoy apreciaría tanto volver a tenerlos.

Son estos momentos cuando entiendo un poco lo q pudo sentir el José de Egipto, cuando el mundo se le vino abajo y el cielo se cerrò para el, también de color gris. Pero como él también puedo entender que detrás de todo solo puede existir un propósito. «Sus caminos son más altos que nuestros caminos, y sus pensamientos más altos que los nuestros.» Aunque a día de hoy no logro entender porque hemos sufrido tanto solo nos queda esperar para ver cumplida su voluntad.

Mamá, Papá, Greisy, Salet, Samir, soy el hombre más feliz de este planeta de tenerlos a ustedes en mi vida! les digo que mi hermano y yo hoy somos muy pero muy afortunados por ese tesoro que son ustedes.

También lo extraño mucho a él, a mi hermano, pero a pesar de la distancia se que tambien es fuerte y como yo, se mantiene firme y con orgullo de pertenecer a una causa justa, una causa digna y a sabiendas que’ la libertad de este país viene pronto. Sería nuestra mayor recompensa.

La historia ha demostrado que’ el mal nunca gana. Mientras tanto, nos tenemos los unos a los otros y nadie puede contra eso, nada le puede ganar al amor, a la familia y la justicia.

Nos ha tocado sufrir las torturas, los malos tratos, la distancia, la persecusion y hasta ver como el miedo ha causado mella incluso en amigos y familia. Pero se que esto va a terminar y las sonrisas volverán a ser protagonistas.

Mami y Papi a ustedes que me inculcaron los valores de Justicia y Verdad.

Mi hermano a ti q’ eres mi fuerza y guía.

Greisy a ti que eres mi columna vertebral para sostener mi vida.

Salet y Samir a ustedes q’ son mi principal razón de vivir.

A Dios por haberlos creado a ellos.

Con orgullo de Patria y Vida.

Nadir Martín Perdomo.

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