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Por Redacción Nacional
La Habana.- Miren bien esta foto. Mírenla con calma. No aparten la vista. Lo que están viendo no es una instalación artística ni un performance de denuncia social. Es la vida real. Cuba en carne viva. Un ser humano durmiendo en un estante de madera improvisado, convertido en cama por necesidad, en hogar por desesperanza. Es la cama de la continuidad.
Este no es el país del que habló Vicente de la O en el Parlamento. No es la isla de los 24 parques solares, ni la de las bombas de agua alimentadas con energía fotovoltaica. Esta es la isla donde un hombre duerme en la calle como un perro callejero, protegido solo por una tabla de palma seca y una sábana que ya perdió su dignidad.
Dicen que estamos avanzando, que estamos “resilientes”, que vamos por más. Pero este cubano, el de la foto, no va a ninguna parte. No tiene a dónde ir. Su techo es una estructura hecha de tablas, sostenida con varas, al lado de una pared que no lo abriga. Ni siquiera hay mosquitero. La miseria aquí no es parcial. Es total, desbordada, asfixiante.
Y mientras él duerme como puede, Díaz-Canel fuma tabacos en una gala de millonarios. Marrero habla de soberanía alimentaria. Y Gerardo Hernández se cree influencer desde una silla roja. El contraste es tan obsceno, tan desalmado, que cuesta no romper en furia.
Esto no es solo pobreza. Es abandono institucional, es ruina política, es una declaración silenciosa de lo que somos: un país que dejó de importarles hasta a los que lo gobiernan. ¿Dónde está el Estado protector? ¿Dónde están los delegados del Poder Popular? ¿Dónde está la justicia social que tanto gritan desde los púlpitos comunistas?
Lo peor no es que este hombre duerma así. Lo peor es que miles más lo hacen también. Que hay niños sin colchón, ancianos sin medicamentos, madres sin un vaso de leche para sus hijos. Y que mientras todo eso ocurre, los medios oficiales hablan de “bloqueo”, como si eso explicara esta imagen.
No. No fue el bloqueo el que le quitó a este hombre su casa, su cama, su derecho a una vida mínimamente digna. Fue un sistema que solo sirve para sí mismo, que se alimenta del discurso mientras deja pudrir la realidad.
Miren la foto otra vez. Esa es Cuba. La que no sale en el NTV. La que no se menciona en los partes del Minrex. La que no existe para los turistas ni para los tontos útiles del mundo. Esa es nuestra verdad. Cruda, desgarradora, impune.
Y mientras tanto, nos siguen pidiendo paciencia. ¡Descarados como son!