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Por Oscar Durán
La Habana.- Estamos a 27 de enero de 2025 y así amanece mi libreta de abastecimiento. No iba a subir la foto; a fin de cuentas, ya ustedes saben perfectamente cómo está el nivel de desgracia en este país y nada nos debe sorprender en el planeta Castro and Company.
Este es el primer mes del año y peor no lo pudimos comenzar. Mientras Miguel Díaz-Canel anda preocupado por Colombia y su conflicto con Estados Unidos, aquí hay millones de personas pasando una necesidad enorme, sin probar un bocado de comida durante todo el día y con escasas esperanzas de un cambio a corto plazo.
La libreta de abastecimiento -ese símbolo de igualdad de Fidel Castro y que el cubano de a pie veía la luz cuando llegaban los mandados- es un claro ejemplo de cómo andan las cosas en la isla. Ni media libra de arroz le pudieron asegurar al pueblo y, al paso que vamos, será la tónica en todo el 2025. En cualquier momento nos extinguimos como sociedad; solo nos falta un empujoncito y caemos derechitos en el abismo.
Pongámonos, por ejemplo, en la piel de un viejito jubilado con 1 500 pesos. Es un milagro verlos vivos. A veces salen a pedir comida y se desmayan en medio de la calle. Están abandonados a la suerte, esperando la muerte en cualquier momento, o que un alma noble los ayude dentro de las posibilidades.
Son estas cosas por las que se debe preocupar Limonardo. En vez de estar gastando recursos y perdiendo el tiempo en un bastión, debería priorizar, aunque sea, un mínimo de alimentación al pueblo y tratar de resolver los millones de problemas existentes en el país. Para eso lo puso su mayordomo Raúl, otro que bien baila y pasa los límites del descaro.
Por cierto, hace un año, Mariela Castro, la princesa de Palacio, dijo que la libreta de abastecimiento es maravillosa. Ese es el verdadero nivel de cinismo de la cúpula, una mujer que invita a personalidades del mundo y les da de comer langosta y sesenta y seis cosas más. Para empezar, ella no tiene libreta, en su vida ha ido a una bodega y no sabe lo que es hacer una cola para comprar una mísera botella de aceite o una onza de chícharos congelados.
Mariela es el ejemplo vivo del descaro de una cúpula atrincherada en banquetes, carros de lujo y dinero abundante. A mí me da asco todo esto. No tienen una gota de decencia ni para disculparse con el pueblo por llevarnos a este abismo.
A un día del natalicio de José Martí, podemos decirle a Pepe que estamos mal, requetemal. En su mes de nacimiento, ni dos granos de frijoles nos dieron los defensores de la igualdad y los derechos humanos. Sin embargo, “la libreta de abastecimiento es maravillosa”.
No lo dije yo, ni el viejito jubilado con 1 500 pesos. Lo dijo la princesa de Palacio, la dueña de las langostas en Cuba.