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La Habana y su eterna obra de mentiras

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Por yeison Derulo

La Habana.- La viceprimera ministra, Inés María Chapman, volvió a soltar, con la misma seriedad de quien vive en un país nórdico, el viejo mantra de “caminar el terreno” y “gobierno en la calle”. Uno la escucha y piensa que estos dirigentes todavía creen que el pueblo se traga ese cuento de funcionarios sudados resolviendo problemas con sus propias manos, como si no hubiéramos visto miles de veces que ese “vínculo con la gente” dura lo mismo que una visita programada en el NTV. La Habana está hecha pedazos, sí, pero no por falta de caminatas, sino por falta de vergüenza política. De eso prefieren no hablar.

La gobernadora Yanet Hernández llegó con su rendición de cuenta cargada de frases genéricas y esos mismos diagnósticos repetidos durante décadas: fortalecer intercambios directos, enfrentar recomendaciones anteriores, mejorar la empresa estatal socialista y otras consignas que ya no emocionan ni a los cuadros más devotos.

Uno se pregunta si de verdad creen que decirlo equivale a hacerlo. Porque mientras ellos enumeran sus “acciones”, la ciudad sigue convertida en un campo minado de huecos, edificios en coma y servicios públicos que funcionan peor que una bodega sin dependiente.

Cuando la gobernadora saca el tema del enfrentamiento al delito, las drogas y la corrupción, uno casi aplaude… pero del sarcasmo. Ese discurso lo escuchamos cada inicio, fin y mitad de año, y sin embargo La Habana continúa siendo una selva donde el Estado no controla ni el precio de un cartón de huevos.

El chiste de la basura

Lo de la recogida de basura es otro chiste: hablan de “estrategias”, cuando cualquiera que viva aquí sabe que la verdadera estrategia es rezar para que pase un camión antes de que los desechos formen un nuevo mogote geográfico.

También mencionaron el “reimpulso” de la economía y el programa para corregir distorsiones. Nada nuevo. Siempre están “corrigiendo” algo que nunca termina de corregirse, como si gobernar fuera un eterno borrador mal usado. Dicen que impulsan exportaciones, que diversifican ingresos y que priorizan la producción nacional, pero uno mira el plato y está más vacío que nunca. La economía cubana es ese enfermo al que le cambian las sábanas, le reordenan la almohada, pero no le dan medicinas porque no hay, o porque el hospital se cae a pedazos.

Y al final, la cifra que delata toda la mentira: más de 236 mil planteamientos recibidos sobre agua, electricidad, vivienda y deterioro habitacional. Ese es el verdadero informe. Ese es el país real, no el que pintan en el podio. ¿Cómo puede una ciudad vivir entre tantos reclamos oficiales sin que los responsables sientan un mínimo de pena? Hablan de caminar la calle, pero La Habana está gritando hace años y ellos siguen sordos.

Si de verdad quieren saber lo que pasa, que no caminen: que vivan una semana como la gente que supuestamente gobiernan. Ahí, solo ahí, se enterarían del desastre que han permitido.

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