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Por Joaquín Artiles ()
Caibarién.- Los nuevos actores han desarrollado nuevas tecnologías en medio de esta crisis. Debido a los galácticos precios del gas, con cifras ofensivas y un nuevo récord en el caso del gas licuado, han echado a volar la imaginación en cuanto a creación y nuevas maneras de vivir del sudor ajeno.
Uno de los principales logros de estos tiempos es el fogón de petróleo sin quemador ni precalentamiento con alcohol. Visto así parece maravilloso y creativo pero, en el ámbito de la práctica como criterio de la verdad, el fogoncito es una gran mierda.
No se puede negar que se ve chulo y presentable. Consta de un recipiente dónde se le echa el diésel, un manija para regular y una boquilla con varios agujeros por las que sale la llama. Sigue sonando bien, ¿verdad? No sé embullen.
El principio de funcionamiento es muy básico. A cada agujero de esa boquilla, tributa una mecha de un trapo gordo. Esas mechas suben y bajan al mejor estilo quinqué o chismosa. Vaya … viene siendo algo así como un multiquinqué.
Estos artículos tienen un precio de cincuenta dólares americanos pero, en este caso, los Yanquis no tienen participación. El poder calorífico está por el piso y puedes pasarte dos horas para la cocción de dos muslos de pollo y el caldero u olla termina más negro que una madrugada de apagón.
De más está decir que solo informo pues ni muerto compraría un quinqué de esos. Por otra parte, los dólares y yo no nos estamos hablando desde hace algún tiempo. No estoy claro si los Yanquis tienen responsabilidades al respecto. Comer comida fría tampoco ha de ser lo peor.