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Por Eduardo Díaz Delgado ()

Vamos a hablar claro: en Cuba la dictadura no camina sola, siempre tiene su grupito de extras pa’ la novela. Esa gente que, apenas ven una cámara, se ponen la mejor sonrisa, levantan la banderita y dicen que están felices “con lo que hay”.

Y lo triste es que es una minoría —que en verdad no se cree el cuento, pero lo repite— es la que más daño hace. Porque mientras ellos hacen de comparsa, el régimen respira y el resto del pueblo se asfixia.

Gente que sufre, que tiene que aguantar para no perder la cabeza y otras personas haciendo su mejor pose revolucionaria.

La revolución ya fue, no sirvió, Fidel se murió, lo que queda vivo es el negocio, que ya para nosotros es incompatible con la cordura, es insoportable. Pero hay un grupito de gente que responde al llamado de sus amos. No sé en qué piensan pero hay que hacer algo.

Entonces, dime tú, ¿cómo se tumba un sistema así?

O la gente deja de cooperar, o habrá que hacerlo a la fuerza. Pero si seguimos dándole coba a los mismos que nos tienen en candela, lo único que logramos es alargar el sufrimiento. Y te digo más: cada sonrisa fingida pa’ el noticiero es como echarle gasolina al fuego que nos quema.

Yo creo que el rechazo de la gente, el asco visible debe caer con todo el peso de la sociedad sobre esos payasos que están listos pa’ la foto. Tú dime, ¿Qué vas a hacer?

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