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Por Luis Alberto Ramirez ()

Miami.- Uno de los fenómenos más llamativos del castrismo contemporáneo no es solo la conducta del régimen, sino la actitud casi automática de sus seguidores y del ejército de ciberclarias que patrullan las redes defendiendo cada atropello con una disciplina que roza lo absurdo. No importa cuál sea el abuso, siempre existe una excusa, una frase prefabricada o una acusación dirigida al que se atreva a señalar lo evidente.

Cuando el régimen expropia los bienes de cualquier ciudadano o empresa, la explicación es inmediata: “interés público”. Nunca se habla del verdadero interés, que suele ser el del propio Estado-partido. Cuando un cubano es encarcelado por criticar o protestar, la justificación es aún más delirante: Cuba es “una plaza sitiada”, por tanto exigir derechos equivale a traicionar la revolución. Es una lógica tan primitiva como conveniente para quienes necesitan encubrir la represión cotidiana.

Si no hay electricidad, si los apagones rompen la vida de millones, entonces aparece la gran excusa madre, la eterna muletilla: “el bloqueo imperialista”. No importa que décadas de mala gestión, corrupción y abandono sean la verdadera causa. Tampoco importa que el régimen haya tenido mil oportunidades de producir energía con eficiencia. La culpa, siempre, es de otros.

La cruzada constante de los defensores del castrismo

Y si alguien se atreve a criticar al sistema en redes sociales, la respuesta es automática: eres “asalariado de la gusanera de Miami” o un sofisticado “agente de la CIA”, como si la CIA fuera una cafetería de barrio que contrata meseras al paso. Es una acusación tan repetida que perdió su efecto hace años, pero sigue siendo el comodín preferido de los que no tienen argumentos.

Lo más curioso, y a la vez lo más triste, es que los justificadores del castrismo no necesitan pensar, solo repetir. Siempre están listos para defender lo indefendible, para amenazar, manipular, distorsionar y culpar al mundo entero por errores que nacen en el corazón del propio régimen. Son fieles, no a una idea, sino a una narrativa que se desmorona pero que ellos intentan sostener con insultos, consignas y una ceguera voluntaria. Hace unos meses, uno de esos combatientes cibernéticos que se hacía llamar el “guerrero cubano”, le dio por amenazar al jefe de la policía de Miami, a eso han llegado; el revuelo fue grande, no sé en que terminó el chisme, lo que si sé es que no lo he visto más, posiblemente se cambió de avatar y anda jodiendo en las redes con otra identidad, porque los muy HP son persistentes.

Esta legión digital actúa como muro de contención, no para proteger al pueblo, sino para blindar la impunidad de quienes llevan más de seis décadas gobernando sin accountability. Y mientras tanto, Cuba sigue atrapada entre excusas gastadas, justificaciones ridículas y un sistema que solo sobrevive culpando al resto del mundo por su propio fracaso.

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