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La cumbre del cinismo: Venezuela, Irán, Cuba y el doble discurso nuclear

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Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- Recientemente, el gobierno de Venezuela anunció, con bombos y platillos, la organización de una cumbre internacional para analizar los riesgos de un conflicto nuclear. El evento, según fuentes oficiales, buscará promover el diálogo y prevenir la proliferación de armas atómicas, en un contexto global cada vez más tenso.

Hasta ahí, el titular suena esperanzador. Sin embargo, al examinar el trasfondo político y los actores involucrados, la realidad revela una paradoja tan absurda como peligrosa: uno de los principales aliados de Venezuela en esta supuesta cruzada por la paz mundial es la República Islámica de Irán, país que hoy mismo está bajo sospecha de desarrollar armas nucleares con fines ofensivos, violando acuerdos internacionales y desafiando las advertencias de organismos multilaterales.

¿Quién le suministra uranio a Irán? ¿Quién lo respalda geopolíticamente mientras amenaza con borrar a Israel del mapa? ¿Y qué papel juegan Venezuela y Cuba en ese entramado?

Los promotores del caos no pueden ser jueces de paz

Resulta profundamente insultante que el régimen de Nicolás Maduro, cómplice de Teherán y socio del castrismo cubano, se vista ahora con ropajes de pacifista y convoque una cumbre en nombre del desarme nuclear. Y más grotesco aún es que el sitio Cubadebate, órgano propagandístico del régimen cubano, publique esta noticia como si se tratara de un acto de responsabilidad y liderazgo internacional.

Hablamos de los mismos gobiernos que han aplaudido, o callado cómplicemente, cada provocación iraní, cada ensayo misilístico de Corea del Norte, cada amenaza rusa de recurrir a sus armas atómicas.

¿Quién puede tomar en serio una cumbre organizada por quienes han convertido a sus países en plataformas de injerencia extranjera y refugios de intereses antioccidentales?

Esto no es diplomacia. Es teatro. No es pacifismo. Es propaganda. No es neutralidad. Es alineación estratégica con quienes amenazan la paz global.

La ONU, los gobiernos democráticos y los verdaderos defensores del desarme deberían desenmascarar esta farsa y denunciarla con la claridad que exige el momento histórico. No se puede permitir que los promotores del caos nuclear jueguen a ser jueces de la paz mundial.

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