Por Manuel Viera
La Habana.- Pasé dos días esta semana por allá por La Cuevita. ¡Un baño de pueblo! Impresionante, un lugar donde puedes encontrar literalmente cualquier cosa a precios que a muchos les permiten realizar compras mayoristas para abastecer sus negocios.
Es lo más parecido a Tepito que uno se puede encontrar fuera de México. Un lugar anarquico, casi sin ley pero casi imprescindible. Es La Cuevita la evidencia más clara de que la economía socialista es un desastre. Emprendedores que florecen ante la desregulación del mercado y con toda seguridad en contra de la voluntad del estado socialista.
No sería yo si me opusiera a este tipo de lugares, no se puede aspirar al capitalismo y oponerse al mercado desregulado, libre y que en lugares como este demuestra que funciona. Cada vez que vas a La Cuevita terminas sorprendiéndote , cada vez hay más emprendedores, cada vez es más grande. ¡La Cuevita evoluciona!
Mi único cuestionamiento es respecto a la comercialización de medicamentos. Decenas de personas tiradas en las calles comercializan medicamentos de todo tipo. Soy partidario de autorizar la apertura de farmacias privadas como actividad de emprendimiento. Es un absurdo, una ironía y una gran mentira pretender que el estado socialista garantiza los medicamentos a su pueblo.
Es también absurdo y risible pretender que todo el que importa maletas de medicamentos sin aranceles por la aduana lo haga para regalar esos medicamentos que tuvieron un costo en su país de origen y que aunque se venden… nos salvan hoy la vida. Sería incluso vergonzoso que el estado cobrara algún día aranceles por ellos, incluso si aprobaran su comercialización.
Pero mi señalamiento a La Cuevita no va hacia este tipo de medicamentos que me parecen útiles y necesarios va hacia la comercialización de medicamentos de producción nacional y hay muchísimos… quizás como para llenar las farmacias de muchos municipios de La Habana.
Sin embargo tampoco pienso arremeter contra los comerciantes que los utilizan como una posibilidad de sobrevivir en este infierno. Esa cantidad de medicamentos de todo tipo: tabletas, pomadas, soluciones y jarabes no salen de una farmacia, salen de las grandes empresas, almacenes, transportistas, salen de la cadena logística y son el resultado de la corrupción que existe y persiste a esos niveles.
Conmigo la cuerda jamás se parte por el lado más débil, es algo que sucede solo cuando no se tiene pelos en la lengua.
Por allí pasó la niña de la felpa azul con el número 656 hace dos días en la tarde, alli estaba yo observando… 10 minutos antes ya los comerciantes sabían por qué calle pasaría, 10 minutos antes ya todos tomaban medidas para protegerse ellos y a su mercancía. Tienen un sistema de aviso impresionante y las noticias se riegan como pólvora.
Allí hubo un mareado, un lento, que dejó algunos medicamentos sobre una sábana… el agente se bajó del carro recogió aquello y se lo llevó… y allí quedé yo preguntándome qué harán con eso que no lleva un acta de decomiso, ni dueño. ¿Volverán a La Cuevita esos medicamentos o irán a una farmacia?
Defiendo el libre mercado, la desregulación del comercio, me opongo a la intervención e hipercontrol del Estado y apoyo todo tipo de emprendimiento, incluso los relacionados a medicamentos importados o al ejercicio privado de profesiones que hoy está prohibido ejercer. Incluso, me gustaría algún día ver locales donde el juego organizado sea legal o vallas donde se pueda pelear gallos fuera de las fincas de los generales.
El juego y las peleas de gallos también son parte de nuestra cultura, de nuestra idiosincrasia y por más que hayan sido prohibidas de forma absurda por décadas, han sobrevivido en el clandestinaje hasta nuestros días.
¡Bienvenidas Las Cuevitas, la Guinera, las candongas, bienvenido el emprendimiento y el comercio libre!
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