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La basura es el espejo del sistema

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Por Yeison Derulo

Jaruco.- El régimen acaba de montar otra de sus funciones de teatro político en Jaruco: la “gran jornada de limpieza”. Los comunales salieron con escobas, camiones y cámaras para filmar la hazaña de recoger basura, como si el país hubiese despertado al progreso.

Una faena que el aparato propagandístico vende como epopeya, mientras el pueblo mira incrédulo, sabiendo que limpiar cuatro microvertederos no cambia nada en una tierra que huele a abandono. Es el mismo libreto de siempre: el desastre convertido en triunfo, la ruina presentada como gestión.

Porque en Jaruco no hay nada. No hay agua, no hay corriente, no hay vergüenza. Los vecinos cargan cubos desde los pozos, las cisternas están secas y la luz se en un dos por tres.

¿De qué limpieza sanitaria hablan si no hay ni una gota para lavar una acera? ¿De qué “saneamiento ambiental” presumen si las calles están rotas, los mosquitos pican de día y los niños crecen respirando humo de basura quemada? Que no vengan a disfrazar el abandono con fotos de operarios recogiendo estiércol y plásticos; eso no es gestión, es mendicidad política.

El gobierno dice que recogieron más de cien metros cúbicos de desechos, aunque no mencionan que, el resto del año, los vertederos improvisados crecen como hongos, que no hay combustible para los camiones, ni personal suficiente para cubrir todas las rutas. Pretenden tapar el sol con una pala de basura. La operación fue un acto simbólico, un espejismo que intenta esconder la incapacidad estatal de ofrecer servicios básicos. La limpieza de un día no salva el hedor de décadas.

Encima, tienen el descaro de sermonear al pueblo sobre la “cultura del reciclaje”. Es su modo elegante de culpar a la víctima. Hablan de conciencia ciudadana mientras no garantizan ni un simple contenedor en condiciones. El reciclaje empieza con una estructura que funcione, no con discursos de cartón. Pero el régimen prefiere repetir la farsa pedagógica antes que admitir su fracaso. Les encanta hablar de educación sanitaria mientras el país entero se sumerge en un lodazal sin salida.

Este teatro simboliza todo lo que somos bajo esta dictadura: un pueblo que limpia su propia miseria mientras los responsables aplauden desde la sombra. La basura es el espejo del sistema. Puedes recogerla, esconderla o maquillarla, pero seguirá oliendo a lo mismo: a mentira, a desidia, a miedo.

El día que recojamos la basura política que gobierna Cuba, ningún vertedero dejará de multiplicarse.

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