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Japón ejecutó al ‘asesino de twitter’

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Tokio.- El 27 de junio por la mañana, el Ministerio de Justicia japonés ejecutó la pena de muerte de Takahiro Shiraishi, condenado por el asesinato de nueve personas en la ciudad de Zama, prefectura de Kanagawa, en 2017. Tenía 34 años.

Conocido como el “asesino de Twitter”, Shiraishi atrajo a sus víctimas —ocho mujeres y un hombre, todos jóvenes— a través de redes sociales, prometiéndoles ayuda para suicidarse. Una vez en su apartamento, las agredía sexualmente, las asesinaba y desmembraba sus cuerpos, que luego ocultaba en hieleras y contenedores.

El caso conmocionó al país por la brutalidad de los crímenes y por el uso de redes sociales para contactar a personas en situación vulnerable.

Shiraishi recibió una condena a muerte en diciembre de 2020 por robo con homicidio, agresión sexual y ocultamiento de cadáveres. Aunque su abogado presentó una apelación, que le retiraron posteriormente por el propio acusado, lo que dejó firme la sentencia.

La ejecución tuvo lugar en el Centro de Detención de Tokio y marca la primera aplicación de la pena capital desde julio de 2022, y la primera bajo el actual gabinete del primer ministro Shigeru Ishiba.

¿Cómo se ejecuta la pena de muerte en Japón?

El abogado principal de Shiraishi, Ken Omori, declaró tras conocer la noticia: “Ha sido algo repentino. No tengo palabras por ahora. Necesito tiempo para reflexionar”.

El caso de Zama sigue siendo uno de los crímenes más impactantes en la historia reciente de Japón, reavivando el debate sobre el uso de redes sociales, la salud mental y la pena de muerte en el país.

En Japón, la pena de muerte se ejecuta mediante ahorcamiento en una cámara especial dentro de los centros de detención, como el de Tokio. Los condenados son informados de su ejecución solo horas antes, sin previo aviso a sus familias o abogados.

El proceso es altamente secreto: al preso lo llevan a una sala con una trampilla, donde se le coloca una soga al cuello; tres verdugos presionan botones simultáneamente (solo uno activa la trampilla para evitar remordimientos), causando una caída que provoca la muerte por fractura cervical o asfixia.

Las ejecuciones no se anuncian públicamente hasta después de realizarse, y no pueden llevarse a cabo en festivos o fines de semana. Este método ha sido criticado por organizaciones internacionales por su opacidad y posibles efectos crueles.

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