Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Izquierda del MINSAP, derecha del MINSAP, swing del gobierno… y cayeron los cubanos

Comparte esta noticia

Por Jorge Sotero ()

La Habana.- La situación con el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) está para ponerla en ring y que la narre aquel locutor legendario de boxeo, el que solo veía los golpes de los nuestros. ¿Te acuerdas? El tipo que, en pleno combate ante un púgil estadounidense, gritaba eufórico: «¡Derecha del cubano! ¡Izquierda del cubano! ¡Swing de derecha del cubano y… se cayó el cubano!». Pura pasión, pero ciego para la realidad del cuadrilátero. Exactamente igual ha sido el combate del régimen contra esta epidemia que nos azota hace meses.

Primer asalto: «¡Negativa del gobierno!». Segundo round: «¡Desmentido del MINSAP!». Tercera vuelta: «¡Todo está bajo control, es invento del enemigo!». El narrador oficial, con la voz ronca de la propaganda, solo relataba los «golpes» ficticios de su propio equipo. Mientras tanto, en la esquina del pueblo, la epidemia asestaba uppercuts silenciosos a diestra y siniestra, mandando a la lona a familias enteras sin que sonara la campana. Una pelea a ciegas, donde solo una parte parecía estar en el ring.

Y de repente, cuando el estómago del país ya no aguanta más el combate, cuando el conteo de enfermos y desesperados es un rumor que grita en cada esquina, suena la campana de una conferencia de prensa. Sale la viceministra, como un manager sacando a un púgil novato en el round 12, y suelta la combinación que todos esperábamos: «Reconocemos 33 muertos en los últimos días… varios de ellos niños». ¡Bam! Golpe bajo de realidad. Pero no es un golpe del rival; es la propia esquina reconociendo la paliza que ya llevaban encima.

Los golpes y… los muertos

¿Por qué ahora? ¿Fue un arranque de transparencia revolucionaria? ¡Qué va, hermano! Es porque ya no pueden tapar el sol con el dedo ni esconder los cadáveres detrás de un parte médico falsificado. La gente se muere en casa porque sabe que ir al hospital es llegar a un campo de batalla sin armas: no hay medicinas, no hay sueros, no hay diagnóstico certero. Los médicos, esos mismos héroes de cartel que exportamos, aquí están con las manos vacías. Las estadísticas son más oscuras que un nocaut en la primera vuelta.

Así que ese reconocimiento de los 33 muertos no es más que el árbitro oficial contando hasta diez, porque el knock-out social ya es evidente. Es la crónica de una derrota anunciada. Primero fue el silencio, luego la negación, después el choteo y ahora, el penoso conteo de bajas cuando ya no queda mentira que valga. «Izquierda de la propaganda, derecha del secretismo, swing de la incompetencia… y cayeron los cubanos». Ese es el relato real.

Al final, como en aquella narración de boxeo, queda claro quién es el único que realmente está recibiendo la golpiza en este ring sin salida. El gobierno tiró la toalla para admitir lo que todos veíamos, pero la sigue tirando sobre nuestros hombros. Y el pueblo, como un campeón desangrado y abandonado por su propio equipo, se lleva la cuenta de los muertos que la estadística oficial, por fin y por pura vergüenza, ya no pudo esquivar. La pelea sigue, pero el entrenador ya admitió que no tiene estrategia. ¿Y ahora, qué sigue? ¿Otro round de discursos, mientras seguimos contando los golpes… y los muertos?

Deja un comentario