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Por Ulises Aquino ()
La Habana.- No hay duda alguna de la imposibilidad e incapacidad del gobierno para resolver los graves problemas que está sufriendo nuestro pueblo. Y tampoco de las profundas carencias financieras y las viejas deudas no pagadas que nos corresponde asumir ahora.
Aun cuando responsabilicemos al bloqueo o a todas las maniobras contra el Gobierno de Cuba, nuestra situación es tan grave y delicada que no se vislumbran soluciones, ni a corto ni a mediano plazo, sino ocurre un profundo cambio ideopolítico en la nación.
Y digo ideopolítico, porque la mentalidad y las formas de razonar la triste realidad económica y material de la nación imponen profundos cambio en las estructuras del poder y en el rumbo político de la Patria.
Hablo de la liberación total de las fuerzas productivas, sin las restricciones que imponen los más conservadores para encontrar las verdaderas soluciones. Sin la timidez de los moderados cambios que se han hecho y que constantemente fustigan y atacan con medidas coercitivas y limitaciones de todo tipo.
Demostrado está que solo políticas audaces y nuevas proyecciones lograrán mejores resultados. Al menos, diferentes a las aplicados durante tantos años y que aborden la realidad con la más absoluta sinceridad y pragmatismo.
La grave situación de la nación no es ya un problema estrictamente económico, sino que trasciende a la economía con profundo impacto en la Demografía cubana, en la Sociología nacional y en la psicología de los cubanos que no tienen un presente, con lo cual mucho menos podrán mirarse en el futuro de nuestra tierra.
El temor a perder el control y el poder con los necesarios y profundos cambios, colocan al país en estado de inercia, en un profundo marasmo del cual las consecuencias terminaran con la total pérdida de la identidad cubana.
Resultan penosos, cuando menos, los análisis de gobernadores y políticos en la Mesa Redonda, que simplifican nuestras soluciones a una «jarrita» y a un «almacén de proyectos » de los cuáles, en muchos casos, y en particular a los holguineros, lo que reciben son apagones y limitaciones de todo tipo.
No será con discursos demagógicos que consigan hacer avanzar la nación. Solo la verdad nos podrá salvar de tantos y tantos problemas. La verdad, y el reconocimiento de que ninguna medida ha sido efectiva en el mejoramiento de la vida de los cubanos.
El empeño de hoy es la defensa y el derecho a la vida de todo un pueblo. Nadie ni nada está por encima. No puede existir otra prioridad. No se puede hablar de otra cosa, ni de ningún sistema social. Y tampoco se puede hablar de un sistema social con hambre, sin electricidad.
Toca ahora hacer la transformación, la que todo el pueblo espera y por la que tanto hemos padecido. Es ahora cuando corresponde una revolución del pensamiento, para liberarnos de la burocracia y de los estigmas que tanto daño le han causado a nuestra Cuba.
Cada día que pase será mayor la deuda con el pueblo y más terribles serán las consecuencias.
La creatividad emerge de la libertad para construir, para crear, para comerciar, para invertir, para desarrollar, sin límites, no con inseguridad y temores.
Todos tenemos derecho a no estar conformes y a manifestarlo, porque tiempo han tenido para encontrar soluciones. Atrincherarse para dispararnos entre nosotros mismos no logrará soluciones.
Abran las puertas del raciocinio, del patriotismo y se abrirán las puertas de la vida.