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Granma asesina el periodismo cada día

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Por Anette Espinosa
La Habana.- Cada mañana, después del primer café del día, mientras me fumo el primer cigarrillo, abro el Granma e intento leer algo. No me refiero al periódico de papel, sino el digital, y cada día me sucede lo mismo: después de unos titulares lastimosos, como hechos para personas de otro mundo, desisto. Siempre es más de lo mismo, mentira tras mentira.
Este miércoles no es diferente. El principal rotativo del país abre en portada con una información sobre los premios de periodismo José Martí, una farsa que orquestan cada año para premiar a aquellos que les han sido más fieles por años, y no exactamente a los que hicieron periodismo de verdad durante toda la vida, que los hay en Cuba, solo que se dedicaron a cosas nobles, como el deporte o la cultura, y no emprendieron ninguna cruzada contra el régimen.
La foto de portada, como casi siempre, tiene como protagonista al impuesto presidente, Miguel Díaz Canel, quien entrega el premio a Juvenal Balán, fotógrafo de Granma, y fervoroso defensor del régimen y de todo lo que huela a comunismo y a fuerzas armadas, porque de ahí viene, allí hizo su carrera, y hay cosas en la vida que no se olvidan, entre ellas el servilismo de este hombre, cuyo talento no le da para premio alguno, pero su manera de actuar sí.
También en portada, Granma titula: «Luchar contra la mentira tiene un precio, y todos pagamos ese precio defendiendo la verdad», en referencia a una reunión del impuesto mandatario con participantes en la segunda edición del llamado Coloquio Patria, esos que respaldan al régimen cubano desde otros países, sin involucrarse nunca en la realidad cubana, y algunos sin salir de la capital del país, o de sus zonas más céntricas.
La nota está fechada por Yaíma Puig Meneses, una de las periodistas del mandatario, una de esas del equipo de prensa, que se encarga de evitarle regaños por las cosas que dice y que ya provocaron la salida de escena de Boris Fuentes, el reportero de TV que pagó caro el hacer público aquello de que «la limonada es la base de todo».
Admito que no tuve estómago para ir más allá del tercer párrafo. Me tuve que levantar, tomarme otro café y encender el segundo cigarrillo del día, pero solo llegué hasta el tercer despacho, y entonces opté por otra reunión más, esta del mismo Díaz Canel, que «encabezó este marte la reunión de balance del trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores».
Este despacho, firmado ahora por Alina Perera Robbio, del mismo equipo que Puig Meneses, comienza con una valoración del mandatario del trabajo del cuerpo diplomático, que calificó de «Intenso, de aprendizajes, de interrogantes que desafían y obligan a trabajar entre todos, y también marcado por logros esenciales que ponen en alto el nombre de Cuba».
Igual, no fui más allá del segundo párrafo, pero imagino que no haya hecho deferencia el hombre de los memes a la despreocupación por los cubanos que están en el exterior, en cualquier país, a las veces que los consulados responden que no tienen nada que ver con sus compatriotas que salieron en busca de mejor suerte.
Tampoco hizo referencia a las deserciones de funcionarios en el exterior, entre ellos cónsules, y hasta el nombrado embajador en Antigua y Barbuda, que tomó las de Villadiego nada más llegar a Panamá. No, el mandatario no hizo referencia a eso, o al menos no lo reseñó Granma, un medio de prensa que muestra un país completamente alejado de la realidad, y a un gobierno divorciado completamente de su pueblo.
Por eso, a pesar de que me lo pongo como tarea, con la intención de darle mi versión a ustedes cada mañana, no pude pasar de la tercera nota. En ese momento cerré el teléfono, apuré el último sorbito de café, y me fui a la calle, porque dicen que en La Habana Vieja y Centro Habana han pintado letreros en las calles, y ver esas cosas de primera mano, me satisface más. Por hoy está bien.

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