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Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
México DF.- El 28 de enero de 2006 tuve el privilegio de formar parte del colectivo que fundó el Canal Habana. En aquel entonces me desempeñaba como corresponsal de la televisión en la otrora provincia de La Habana desde el desaparecido telecentro CHTV.
En los remodelados estudios de Mazón y San Miguel, lugar donde saliera por primera vez al aire la televisión en Cuba, permanecí hasta que se fundó la provincia Mayabeque y su telecentro.
Desde entonces, pasé a ser su corresponsal, hasta que tomé la mejor decisión de mi vida, la de dejar atrás la babosería del comunismo, donde solo te dejan decir el discurso oficialista.
Mientras trabajé en Telemayabeque, la dirección del Canal Habana no descuidaba jamás invitarme a asistir a cada cumpleaños de dicho canal.
Desde que me fui a vivir a Chile, nunca más me invitaron. Mucho menos me mencionan en la lista de sus fundadores. Es como si hubiera muerto, o peor, pues a veces (no siempre lo hacen), se acuerdan de algún que otro colega que ya no está en el mundo de los vivos.
El hecho de vivir fuera de Cuba te convierte, para ellos, en un traidor. Y si, por casualidad, comienzas a escribir en algún medio de prensa independiente, donde reflejas las atrocidades del comunismo y de la cúpula que desgobierna la Isla, pues puedes asumir que para los políticos cubanos estás muerto.
Y ese es mi caso. Asumí que morí. Pero vivo muerto de gozo y de satisfacción. Máxime, desde que me convidaron a formar parte de El Vigía de Cuba, que también vio la luz un 28 de enero. Es decir, 18 años después, vuelvo a ser testigo de los cimientos de otro medio de prensa. Agradezco a los colegas y amigos, creadores de esta plataforma digital que confiaron en mí desde el primer día.
A 12 meses de estar escribiendo en sus páginas, puedo decir que en mis cerca de 30 años de profesión, jamás escribí con tanta libertad como lo hago en este periódico. Si bien es cierto, que en algún que otro texto han corregido, o editado, cierto verbo o palabra empleada, jamás he sido censurado. Algo más que normal en los medios de prensa oficialistas.
Hoy, con orgullo, celebro el cumpleaños del Maestro y el primer añito de El Vigía de Cuba. Aquí las invitaciones sé que nunca me faltarán, aunque me vaya a vivir a Australia, a Singapur o a Corea del Sur. Acá, soy libre y como libre, escribo lo que me venga en ganas, sin que tenga detrás un Rogelio Polanco, un Alfonsito o el censor partidista de turno, cuidador de cargos de los que tanto abundan en la Isla.
Canal Habana, celebren ustedes guatacones de los censores, tomen la única cerveza que le darán en su fiestecita, si es que aparece la cerveza, si es que aparece la fiestecita y su pan con pasta. Yo celebraré el cumple del Maestro y de nuestro periódico a lo grande, como Dios manda.
Desde acá, seguiré denunciando al régimen, algo que el Canal Habana nunca hará. El más universal de los cubanos, desde su reposo eterno, sé que está y estará muy molesto con ustedes. Él fuera hoy el primer opositor del régimen. Él alzaría como nadie su pluma contra el gobierno cubano, como seguiremos haciendo, mis colegas y yo, desde El Vigía de Cuba.