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EL INTERNET Y LAS REDES ATERRAN AL GOBIERNO CUBANO

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- No se puede comprar pescado y cogerle miedo a los ojos, dice un refrán que escuché siempre desde niño a mi abuelo, cada vez que se refería a alguien arrepentido de alguna adquisición, y el proverbio le viene como anillo al dedo al castrismo y su apuesta por internet.

Hace unos años, tal vez poco más de una década, el economista Juan Triana, en una reunión con jefes policiales, decía que había que abrirse al internet, que era hora de que los cubanos tuviéramos acceso libre, y asumir lo retos, porque, de lo contrario, siempre encontrarían una forma para ver lo que se decía por ahí, en referencia al mundo que se le abriría a los cubanos de a pie cuando entraran al mundo digital.

Hasta entonces, tenían internet algunos privilegiados: dirigentes, artistas, periodistas, médicos que pagaban una red limitada, pero un día, porque no podía ser de otra forma, terminaron por abrirse al público general. Primero lo hicieron en lugares específicos, en aquellos sitios con wi-fi que crearon en parques de los diferentes pueblos y ciudades, y luego terminaron de abrirse, o se abrieron a medias, porque nunca la velocidad de navegación ha sido buena.

Se dieron cuenta de que se habían equivocado cuando lo del 11 de julio de 2021 el pueblo se lanzó a la calle, unos motivados por otros, estos viendo cómo se levantaban aquellos, y se dieron cuenta de que el internet y las redes se habían convertido en un problema, y no en uno cualquiera, sino en uno muy serio.

Para entonces los cubanos lo sabían todo. Ya sabían, gracias a Youtube, por ejemplo, que la vida de los Castro no era igual a la de los cubanos común, como les habían contado. Sabían de la vida de lujos de Fidel Castro y sus hijos, de las mansiones y los negocios de la descendencia de Raúl, de los viajes por el mundo de los dueños del feudo en la que convirtieron a Cuba, pero internet hizo más.

Permitió que las redes sociales se convirtieran en lugares para desenmascarar y denunciar. En sitios para que la gente denunciara a los dirigentes y policías, a los testaferros y chivatos, a los represores, a los corruptos, los delincuentes de cuello blanco, que son los más dañinos.

Internet ha sido una bendición para los cubanos y ha servido para abrir ojos, incluso hasta para aquellos que no quieren abrirlos, y que siguen creyendo a ciegas en que el castrismo es bueno. Esos ven vídeos sobre la familia Castro, sobre la vida placentera de Díaz-Canel y la Machi, y aún así creen, porque ha sido tan grande el barraje ideológico que se han comido que aún les cuesta cambiar el chip.

A veces se nos ha ido la mano. Se nos va cuando publicamos cosas que no debemos, como lo del accidente de Paulo FG y esas imágenes que denigran al ser humano y que hacen daño a las familias. No podemos caer en eso, porque entonces damos pie a que la dictadura se aproveche para intentar imponer sus condiciones.

Humberto López, el denigrante vocero de la policía castrista, apareció en las últimas horas en la televisión cubana, acompañado de un técnico y de un fiscal, para dejarnos claro que tenían las herramientas legales en las manos para decomisarnos los medios con los cuales «denigramos» a otras personas.

Lo de Paulo FG fue la fachada. Lo que quieres es decomisar teléfonos al que escriba o publique fotos o vídeos de los Castro, de Díaz-Canel y su intocable familia, del seboso de Manuel Marrero, o tome imágenes de policías borracho, golpeando a infelices… o a otros dirigentes de más abajo pero iguales de corruptos.

Tenemos que seguir enfocados: tomar buenos vídeos, de esos que no denigran a nadie, como uno que vi ayer sobre dos inspectores de transporte desenmascarados por el pueblo, de las calles llenas de basura, sobre las barrigas dirigenciales, y replicar lo que pone Sandro Castro, sus burlas constantes a los millones de hambrientos. Hay que mostrar los hospitales sin las condiciones más elementales, el doble discurso de la tiranía, y no exagerar con cosas como las de Paulito FG.

No podemos olvidar que el gobierno está acorralado. Está a la defensiva, rodeado por varios lugares y su única fuerza es la represión, la ley que crearon para someter, amparados en policías inmorales y fiscales y jueces comprados, y no dudarán en aplicarla.

No olvidemos que a un gato acorralado no hay perro que le entre. Entonces, tratemos de ser más astutos y no tengamos miedo de mostrarle el pescado, porque ellos sí que compraron y le cogieron miedo a los ojos, solo que al internet no pueden darle marcha atrás, por más que quisieran.

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