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Gibara salió a la calle: ¡Esto es un abuso!

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Por Oscar Durán

Gibara.- El pueblo de Gibara no aguantó más y salió a la calle. Este municipio holguinero, tierra de pescadores y de ese mar que parece calmarlo todo, pero que ya no calma el hambre ni la miseria. “¡Esto es un abuso!” y ¡Pongan la corriente!, gritan los manifestantes -niños incluidos- frente a las patrullas que intentan dispersar. Los videos circulan de mano en mano, porque aunque el régimen intente callar, la rabia de la gente se escucha más fuerte que cualquier apagón.

La protesta no es por gusto ni por capricho. Es el resultado de años de apagones interminables, comida que no aparece y salarios que no alcanzan ni para media libra de azúcar. En Gibara, como en toda Cuba, la olla está a punto de explotar y cada día queda menos miedo. El pueblo lo sabe: si no se levanta ahora, no se levanta nunca.

El régimen, en su vieja costumbre, ya mandó refuerzos. Policías, boinas negras, los mismos de siempre, con el mismo guion de siempre: intimidar, reprimir, golpear. Pero cada vez les cuesta más, porque el pueblo no es el mismo del 11 de Julio ni del Maleconazo. Hoy la gente está más cansada, más arrinconada y, sobre todo, más dispuesta a decir basta.

Gibara no es La Habana ni Santiago, pero hoy vibra como si fuera el corazón de Cuba. Un municipio pequeño, olvidado por los poderosos, se convierte en noticia nacional porque su gente decidió no callarse. Y eso, en un país donde todo está diseñado para el silencio, ya es una victoria.

Lo que ocurre en Gibara es solo una chispa de lo que puede ocurrir en cualquier pueblo de la isla. La rabia se multiplica, el hambre se comparte y el miedo se va perdiendo. Si en la “Villa Blanca” se plantaron, ¿qué impide que mañana lo hagan en Moa, en Vertientes o en Sandino? El régimen juega con fuego, y tarde o temprano, cuando no quede más nada que perder, será el pueblo quien grite más alto que nunca: se acabó.

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