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GABRIELA

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Por Gretell Lobelle ()
La Habana.- Ser madre te cambia todo y todo me refiero a tu vida total. Ser madre y aquí podrán no estar de acuerdo, es la mayor esclavitud (dulce esclavitud) en países como Cuba. En esta tierra implica apartar a un lado escenarios profesionales y personales para dedicarte a la crianza del hijo, cuando no se tiene el mínimo de condiciones materiales, de apoyo, cuando criar en la familia que construyes y heredas pasa por el tamiz de una sociedad machista, patriarcal y pobre.
Hoy miro 23 años atrás y veo cuán distinto hubiera hecho muchas cosas, pero sucede que la maternidad no viene con un manual. Absolutamente Gaby siempre ha tenido mi prioridad en todo y no es que esté bien, fue la forma, la tranquilidad que encontré para saber y sentir a mi hija con lo mínimo y justo necesario. Solo la he sabido bien si toco todo lo que se relaciona con ella con mis propias manos. Bendito aquellos que tienen el soporte en pareja, bendito aquellos que tienen el soporte económico para maternar sin el desgaste físico y mental de las mujeres de este pueblo.
Ando perdiendo el foco por estos días, ando demasiado visceral. Sucede que la condición de madre, no es ni mejor o más válida que otra condición, en un acto en principio más espiritual que objetivo. Siendo madre te humillas, soportas, toleras, o luchas como fiera aún sin tener razón, por la simple razón de un hijo.
Una vez mi hija me dijo __»mami, déjame trabajar y estudiar a la vez, quiero ya que descanses» y fue un golpe al rostro descubrir que mi hija, la patria que yo conozco, había visto en mi más que mi insana manera de maternar en sacrificios, un desgaste que le afectaba. Con eso tuve que lidiar. Me hace feliz la mujer que crié, pero el dolor de «vivir la vida» juntas y que madurara en medio de tantas adversidades, aún me lastra.
No soy de las que peores viven en este país, pero eso no quita que vea a diario la desesperación de muchas madres cuando miran, tocan, abrazan a sus hijos. Un beso que damos con la energía de saber que no tenemos para más, no puede ser un beso total. El beso de la carencia es un beso desgarrador. Besamos y abrazamos a nuestros hijos con la congoja de no estar siendo suficientes, y eso no está bien.
Entendamos todos cuando vemos una mujer_ madre en catarsis que esta isla solo se sostiene, para bien y para mal, porque la abraza la matria.

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