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FELIZ: SIN PATRIA, PERO SIN AMO

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Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Llegué al exilio en agosto del 62. Encontré tremendo calor en Miami: Me creía ser tremendo hombre, hecho y derecho, y en realidad era un muchacho muy protegido por sus padres.
Veía a mis compatriotas en shorts -nunca me gustaron los shorts- y el sol partiendo las piedras y yo con dos pantalones de lana (gris y carmelita) obsequios de María Cobas.
Mi padre, al yo salir, insistía mucho en que cuidara el gris “como si fuera de oro” porque con el había tomado posesión de la Alcaldía mi primo Jaime.
Sólo un par de zapatos traía y a la semana se les hicieron sendos huecos en las suelas.
El Refugio me dio $33.00; Me compré unas chancletas de gomas, que el resto de mi vida he detestado.
Patriótica y quizás tontamente preguntaba a todo el que veía: “Oiga, ¿dónde puedo inscribirme para ir a los campamentos para entrenarme e ir a pelear a Cuba?”.
Los 33 dólares se me fueron en un abrir y cerrar de ojos. Fui a fregar platos a un hotel de Miami Beach.
Una señora elevadorista del Hotel me regaló un dólar supongo que por mi precaria indumentaria.
El 16 de septiembre, por mi cumpleaños, el tío de mi amigo Milton Sori, llamado Rolando Marín, me regaló otro dólar.
Recibí una carta de mi amigo, llamado Máximo Gómez Valdivia, que decía: “Estebita, si vienes para New York, inmediatamente comienzas a trabajar conmigo en un factoría de ventanas de aluminio”.
El gran director de la orquesta Swing Casino, Rafael Sorí, me llevó al Refugio donde me regalaron un pasaje para New York y efectivamente comencé a laborar en la fábrica.
Era un trabajo arduo, ocho horas metiendo unas barras de metal en una máquina trituradora. Y cada vez que metía una decía : “Me cago en Fidel Castro y en Lina por haberlo parido“.
En Güines los imperdonables esbirros le gritaban a mi madre: “Allá en el imperio está el gusano de tu hijo con la nieve que le da a la rodilla y trabajando como un caballo en New Jersey de sol a sol”.
Acto seguido se presenta la Crisis de los Cohetes en Cuba, nos despedimos de la fábrica y nos fuimos para el US Army, a Fort Knox, Kentucky, en un esfuerzo por liberar a la patria que solo comenzaba a ser destruida.
62 años más tarde, sin patria pero sin amo, adoro el clima de Miami, sigo creyendo en la libertad de Cuba y ando 360 días del año en short.

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