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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- El castrismo creció sobre el chantaje. Y tuvo en su guía espiritual, el fallecido tirano Fidel Castro, a su máximo exponente. Desde los mismos albores del proceso revolucionario, esas prácticas fueron comunes.

Apenas llevaba seis meses la revolución en el poder y Fidel Castro, que ya había pasado por las armas a algunos de quienes lo acompañaron y planificaba otros golpes, no sabía cómo quitarse de encima al entonces presidente Manuel Urrutia Lleó.

Urrutia, un antiguo magistrado, escogido por el propio Castro para darle un toque de civilismo a su gobierno, se oponía a muchas de las medidas que Castro intentaba imponer. Aunque el jefe rebelde pasaba por encima, Urrutia lo miraba de mala cara. Incluso, se dice que conspiraba con algunas personas de las que supuestamente estaban con Fidel.

Entonces Fidel Castro renunció. Los periódicos desplegaron titulares a página completa anunciando la renuncia, que se extendió hasta el 26 de julio, cuando el acto por el asalto al cuartel Moncada, previa renuncia de Urrutia.

Los cohetes nucleares

Dos años y unos meses después, Castro atrajo a los rusos a Cuba con sus cohetes nucleares. Quería sacar provecho de la tenencia de aquellas armas en Cuba para imponer su agenda. Intentó chantajear a Estados Unidos y hasta a los rusos, pero estos lo dejaron plantado, negociaron un acuerdo a sus espaldas y quedó como la novia traicionada y luego abandonada.

Los rusos terminaron por llevarse los cohetes.

Desde entonces a la fecha, se podrían contabilizar por cientos las veces que Castro intentó chantajear a sus interlocutores. No podemos olvidar la crisis generada por los sucesos de la embajada del Perú, en 1980, aprovechada por el maléfico gobernante para mandar a Estados Unidos a miles de delincuentes y limpiar las cárceles.

Cuando la crisis de los balseros actuó más o menos parecido. Y así lo hizo en muchas otras ocasiones. Y no le interesó jamás cuánto tuviera que gastarse, siempre y cuando pensara que sacaría rédito político de sus acciones.

Es conocido lo que hizo cuando lo de Elián González, y cómo, con su presencia constante con la familia, se aseguró de que ninguno de ellos fuera a traicionarlo. A tal extremo llegó todo que sus seguidores elevaron a Elián al rango de diputado. Y ahora mismo es dueño de mipymes y heladerías, por ejemplo.

La campaña para no pagar la deuda

Allá por 1980, cuando aquella campaña por no pagar la deuda -porque él sabía lo que le vendría encima- intentó chantajear a gobernantes de medio mundo para que se sumaran a su cruzada. Y alguna vez apareció en televisión para amenazar a Estados Unidos con abrir las fronteras de Cuba para que se fuera todo el que quisiera.

Castro era un mentiroso total, tenaz. Y esa herencia la heredó el hermano, quien la pasó a la nomenclatura actual.

Ahora, con lo de Etecsa, las nuevas tarifas y las medidas recientes, chantajean y se burlan del cubano y la familia. No lo dicen a la cara, pero no tienen que hacerlo: todos sabemos que su única intención es recaudar plata, llenarse los bolsillos, y estar listos para el posible día de la partida.

¿Qué hicieron? Recargas mínimas, y si quieres más, que te ponga la familia desde el exterior la plata. La justificación: el imperio telefónico de marras no tiene recursos para nuevas inversiones. Eso puede ser, pero no tanto.

Solo miran por los dólares

Solo que a ellos se les ha metido en la cabeza asimilar la mayor cantidad de dólares posible. Y cómo se le están cerrando puertas cada día: los empresarios extranjeros no vienen a invertir dinero porque no les tienen la menor confianza, no hay nada que exportar y el turismo se ha perdido, hay que echar mano de Etecsa.

Los precios son una burla total. las justificaciones un chantaje. Lo menos que podríamos hacer, como personas dignas, sería pasar de Etecsa, no gastarnos un centavo más en sus paquetes de datos, en sus tramas sucias.

Cuba tiene ahora mismo el internet más caro del mundo, en el país del salario más bajo. Y tiene el servicio más malo y paga más.

Ya sé que es duro forzar a las huestes castristas a darle para atrás a sus determinaciones, pero cuando un pueblo valiente y honesto se junta, nadie puede con él. Y el momento de Cuba es ahora. Ya.

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