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Por Iran Capote
Pinar del Río.- Lo que preocupa, Martica, lo que asusta de todo esto, es que puedo apostar todo lo que tengo -que es muy poco, pero lo apuesto- a que un gran por ciento de esos que deambulan fueron gente muy valiosa que creyó tanto en “el proceso “ que vivió y trabajó para “esto” sin corromperse.
Me la juego, Martica, y deberías hacer la prueba, bajar la ventanilla del carro -tú que tienes- y sentarte a conversar con ellos, más allá del mal olor y el churre de quien no tiene una casa, y preguntarles a qué se dedicaron en su vida útil.
Te asombrarás, Martica, te lo aseguro, cuando muchos de ellos te digan que fueron maestros, obreros, trabajadores “integrados” que lucharon por vivir aquí y alcanzar lo que el proceso les había prometido que alcanzarían trabajando. Y se alistaron en las MTT, cotizaron el CDR y la FMC, hicieron trabajos voluntarios, guardias cederistas e interminables domingos de defensa. A convicción profunda, eso sí.
Y por creer en ello no se fueron, educaron a sus hijos para que se quedaran y para que defendieran la utopía. Y ahora tienen una jubilación o una asistencia bochornosa. Ahora no tienen a nadie que les mande un dólar. Ahora no tienen capacidad para pensar que tenían que buscar un cargo y corromperse para vivir dignamente.
Ahora no tienen medios para montar una Mipyme. Tampoco mandados en la bodega. Ahora no tienen con qué comprarse un medicamento en mercado negro. Ahora mendigar es la opción que les queda para sobrevivir, Martica. Y tienen que irse a las esquinas y lavar los cristales de los carros de los que no creyeron en “esto” como ellos; de los que se fueron, o de los que aprendieron a jugarle cabeza a “esto” y sacar provecho.
Baja la ventanilla, Martica , tú que tienes carro, dales tu manta y tu anillo, y pídeles que te cuenten cómo llegaron a ese punto. Te aseguro, Martica, que cada dos o tres, uno te dirá que estuvo en Angola, en Nicaragua o Vietnam.
Ve, Martica, ve, tócalos de cerca.
Escúchalos, anda…
Perdónales el fisco.
Y líbralos de todo mal de conciencia…