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ELLA QUIERE VIVIR, NO SOBREVIVIR

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Por Guillermo Rodríguez Sánchez

Ciudad de México.- Su nombre es Yednay Pupo Garcia, tiene 19 años recién cumplidos el pasado 10 de mayo y desde hace más de dos años convive con una enfermedad que ha transformado cada aspecto de su vida: insuficiencia renal crónica.

Recibir este diagnóstico a los 16 años, mientras aún era una estudiante, fue como ver su mundo derrumbarse en cámara lenta.

A esa edad, cuando la mayoría de los jóvenes sueñan con su futuro, ella tuvo que aprender a vivir dependiendo de una máquina para sobrevivir.

Ha sido cateterizada en cinco ocasiones y actualmente tiene una fístula implantada que permite realizarle hemodiálisis un día sí y un día no, procedimiento que la mantiene con vida, pero que también la agota física y emocionalmente.

Su cuerpo, aún joven, ya muestra signos del desgaste en esta batalla: pesa apenas 36 kilos y comienza a fallarle.

Como si no fuera suficiente enfrentar una enfermedad tan agresiva, también padece de hipertensión ocular, hipertensión pulmonar, un soplo cardíaco y gastritis crónica.

Cada día despierta con la incertidumbre de cómo responderá su organismo a tanto dolor, a tanto esfuerzo.

Los pinchazos son constantes, terriblemente cotidianos; lamentablemente en muchas ocasiones no puede acceder a los tratamientos e insumos que le son indispensables porque simplemente hoy no existen en las farmacias cubanas.

Los filtros de las máquinas de hemodiálisis no se cambian con la frecuencia requerida, ha llegado a pasar hasta 15 días con el mismo filtro, lo cual eleva drásticamente el riesgo de contraer enfermedades como la hepatitis.

Actualmente vive en San Miguel del Padrón, La Habana, en una vivienda con condiciones estructurales que no son adecuadas para una persona en su estado de salud.

No tiene acceso a agua potable constante, la ventilación es deficiente y los riesgos sanitarios la rodean.

Su mamá, que es la cuidadora principal, no puede trabajar porque requiere estar a su lado en todo momento.

Ellas sobreviven a base de fe y amor, papá está ausente por divorcio y la subsistencia depende casi por completo de la generosidad de una tía que vive en España, una prima hermana y su mejor amiga, quien desde Estados Unidos ha asumido el patrocinio de su cuenta, gestionando desde allá todos los intentos de abrirle una puerta hacia la esperanza.

Y ahora vamos a la verdad más dolorosa de todo esto, Yednay sí es apta para un trasplante de riñón, y eso ya ha sido confirmado por los médicos, pero en Cuba esa posibilidad es casi una ilusión.

El sistema no cuenta con los medios, ni las condiciones, ni los recursos para hacer que ese anhelo se vuelva realidad, excelentes doctoras y doctores llegaron al límite de lo que podían hacer por ella.

Y yo me pregunto: ¿quién con 19 años quiere pasar el resto de su vida conectada a una máquina para sobrevivir?

Por eso hoy te pido sumarte, Yednay no quiere compasión, pide una oportunidad.

Quiere ser vista, escuchada, considerada, quiere vivir.

Su mayor deseo es tener acceso a un trasplante y para eso necesita salir de Cuba, requiere llegar a Brasil donde existe una posibilidad real de ser operada y contará con superior calidad de vida mientras tanto.

Ha terminado sus estudios en casa, entre apagones y el refrigerador a veces vacío, su realidad la limita físicamente, pero la mente y el espíritu de esta tremenda luchadora siguen en pie. Sigue soñando, sigue luchando, pero ya no puedo hacerlo sola, necesita que le tiremos una mano.

Hoy te pido encender la luz al final de su oscuro túnel, dona un dólar, cinco, diez, préstame tu @destacar, comparte la historia, reenvía a cualquier influencer o persona con presencia en redes sociales, etiqueta🏷a amistades, medios de prensa y páginas con alto impacto de visibilidad.

Si no te es posible acceder al GoFundme, escríbeme por messenger, cualquier otra vía de solidaridad espontánea es también agradecida, atenderemos personalmente a cada alma empática que quiera colaborar.

La vida aún late en esta muchacha y está dispuesta a darlo todo por seguir en este mundo.

Ayúdala a vivir, ayúdame a ayudarla.

Hagamos la apuesta más arriesgada de todas y que la ruleta de la vida le sonría a Yednay.

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