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Por Nelson de la Rosa Rodríguez
Santo Domingo.- Eran las 5:13 de la calurosa tarde de este jueves 17 de agosto y, vía WhatsApp, mi amigo Starlin Veras, profesor del Colegio INTELECTO, en Santiago de los Caballeros, consciente de mi nacionalidad, me pregunta: ¿Conoce usted a Martin Dihigo? En el mismo minuto le respondo: ¡Claro!
Y me digo en mis adentros, “para los cubanos amantes del Béisbol, conocer a Martin Dihigo es como conocer la bandera, el himno nacional, la Virgen de la Caridad, el Trío Matamoros o Los Van Van. Cómo no conocer a Dihigo, si siempre es el referente, el modelo comparativo cuando se habla de los mejores peloteros cubanos de todos los tiempos.”
Y sigue Starlin: “– Jeje, es que estoy jugando MLB y unos panas estadounidenses lo tienen… por lo que veo es una estrella, juega todo.”
Luego de darle algunos detalles a Starlin, incluyendo algo de su paso por la República Dominicana, “el bichito” se me quedó dentro y aquí comparto algunos datos.
Resulta que el que es considerado el mejor pelotero cubano de todos los tiempos, el mismo que es Miembro del Hall de la Fama de Cooperstown en Estados Unidos y con nichos en los Salones de inmortales del Béisbol Mundial en Canadá; del Beisbol Latino en la República Dominicana; del Museo del Béisbol de la Herencia Hispana en Miami y de manera particular en Cuba, México y Venezuela, también tiene historia en Quisqueya, donde fue jugador y dirigente.
Reseña la historia que, en 1929, con 24 años, Dihigo Llanos jugó como refuerzo de los Leones del Escogido. Aquel fue un torneo que se disputó en el terreno del Hipódromo La Primera, de Santo Domingo, durante los fines de semana y contó con la participación de Leones del Escogido, Sandino (representante de Santiago) y Tigres del Licey, a la postre ganador del campeonato.
Luego Martin Dihigo regresó para la temporada de 1937, cuando fue manager-jugador con las Águilas Cibaeñas. En aquel recordado torneo donde compitieron las Estrellas Orientales, las Águilas Cibaeñas y el “Dragones de Ciudad Trujillo”, el cubano fue colíder en jonrones con 4. Por cierto, una foto suya de esa época resultó una de las 180 piezas que se exhibieron en el Museo de Béisbol de las Ligas Negras en la primavera de 2020.
Después de aquella campaña, Dihigo regresó a México y registró allí la mejor de sus tantas buenas temporadas cuando, jugando para el Águila de Veracruz, resultó líder de bateo con .387 y además, como lanzador ganó 18 juegos, ponchó a 184 y su PCL fue de 0.90, además de haber conseguido el primer no hitter de la Liga Mexicana por lo que alcanzó así la primera de sus dos triples coronas de pitcheo en ese circuito.
La presencia del cubano (a quien llamaban El inmortal y El Maestro), en la República Dominicana, se repitió en las temporadas de 1951 y 1952, cuando volvió a dirigir a Águilas Cibaeñas y por vez primera a Leones del Escogido, de manera respectiva.
Lamentablemente no se conservan muchas estadísticas de esa época del Béisbol dominicano, pero eso sí, los quisqueyanos pueden decir con orgullo, que uno de los más grandes peloteros de todos los tiempos, como no podía ser de otra forma, también dejó su huella en estos escenarios.
De hecho, el también HOF Johnny Mize, quien jugó béisbol invernal con Dihigo, dijo en su momento: “Era el único jugador que vi en mi vida que podía jugar las nueve posiciones, dirigir, correr y batear a las dos manos”.
El cubano Martin Dihigo Llanos nació el 25 de mayo de 1906 en Matanzas y falleció el 20 de mayo de 1971 en Cienfuegos. Por coincidencias de la Geografía, en Santiago de las Caballeros hay dos localidades con los mismos nombres.
Hazañas y anécdotas del excelso Martin Dihigo en Cuba, Estados Unidos, México, Venezuela y Dominicana, llenarían no solo cuartillas, sino decenas de libros, pero de ellas estaremos hablando en otros momentos.
Hoy solo quise hacerle caso a la curiosidad que despertó en mi un mensaje de Whatsapp del Profe Starlin Veras, en la tarde del reciente jueves 17 de agosto, quien se sorprendió que en pleno siglo XXI, unos panas suyos estadounidenses lo tuvieran en su MLB.