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EL TOUR DE FRANCIA Y MIS LESIONES EN LOS GEMELOS

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Por Héctor Miranda ()

Moscú.-

-Cuéntame cómo fue todo -me dijo el doctor, mientras se reclinaba para atrás en el asiento y colocaba al lado suyo el estetoscopio con el que me había acabado de tomar la tensión arterial. -Necesito que me cuentes porque no es normal esa lesión en ambos gemelos a la vez.

-Doctor, fue una etapa larga. Salimos de Sagua la Grande y desde que íbamos por el Ecil… Bueno, usted no tiene ni ideas de qué es eso, ya iba delante del pelotón. El viento estaba del Este y ayudaba. Me daba por la espalda y me impulsaba a ir más veloz, o al menos eso creí yo. Aproveché todo ese espacio de la llanura norte para sacar ventaja. Éramos tres los escapados, porque Fernandito y Rafael, dos amigos, rodaban conmigo.

«En la primera meta volante, en Quemado de Güines, pasamos con facilidad y nos llevamos los puntos. La pusieron frente a la Panadería de España y aunque casi nos caemos dos veces por los huecos en la calle, todo estuvo bien. Incluso, saludamos a las personas amontonadas a un lado y otro de la avenida, que tampoco es tan larga. Lo de la caída, o casi, fue frente al estadio. Había un hueco mal señalizado, no lo vi y ahí fue el primer tironazo en el gemelo derecho. Eso me dolió durante mucho rato, porque pensé que iba en un tractor, por los brincos constantes de la bici en esos tramos infernales de Quemado hasta el río Sierra Morena. Por ahí no se puede pasar ni a caballo, doctor. Hubo momentos en que nos bajamos y cogimos la bici en la mano, como si en lugar de una llanura a un metro sobre el nivel del mar, estuviéramos subiendo la montaña de la Gran Piedra, en Oriente.

«La segunda meta volante fue en Corralillo y robamos. Nos turnamos solamente porque aún quedaban dos más y quisimos repartirnos los puntos. No hubo nada de pararse en bielas ni sprint. Parecía una carrera de amigos, y a mí me dolían los gemelos, aunque no dije nada. Aquella iba a ser mi carrera, mi etapa, mi día. Por eso, ni pensé en las piernas, aunque tampoco podía, porque la atención era ciento por ciento dedicada a la carretera. Incluso, desde donde estaba el Politécnico Aurora Rivero, hasta los límites con Matanzas, hubo que caminar con la bicicleta al hombro. Aquella carretera parece una calle de Gaza, llena de huecos, cual si hubiera sido bombardeada por 100 aviones a la vez.

«Cuando pasamos por el batey de Palmasola, paramos y nos tomamos un jugo de tamarindo caliente. A mí no me gusta el tamarindo, pero no había de otra cosa. Y estaba caliente porque no había corriente. Calderón, el que los vende, que también vende palomas blancas para sacrificios de santería, me reconoció de otras veces que paré ahí con Ramiro, el Fiera, pero no le di chance a hablar, porque lo mío en ese momento era la carretera, pedalear, ganar.

«Las carreteras de Matanzas son diferentes. Aunque en Itabo fue complicado, porque hay muchos huecos y había un ritual de santería y hubo que esperar, con el riesgo de que nos alcanzara el pelotón. Y luego, entre Máximo Gómez y Cárdenas, hubo que volver a caminar. Intransitable, y eso que hasta por ahí pasan los ómnibus que vienen a buscar trabajadores para el turismo en Varadero, y hasta de vez en cuando llega algún forastero, de esos que se aventuran a caminar de Hicacos hacia el Este.

«En Cárdenas fue la otra meta volante, justo en la Calle Real, y allí vi, de pasada, a una parte de la familia. Estaba, el tío Ibrahim, el primo Javier, y el hijo de este con un conejo que le había regalado el abuelo. Al tío le encantan los conejos en la casa, aunque le gustaba más criar cochinos, pero dice que los conejos son más lindos. Cosas de viejo, digo yo.

«Y luego hasta Matanzas, doctor, todo fue fácil, porque la brisa era fuerte, pero a mí los gemelos no me daban más. Incluso, cuando pasamos frente a Los Camilitos, que hay una lomita ahí, pensé que se me reventarían los gemelos, además de que tenía que orinar, y me bajé a hacerlo. O me desperté doctor, porque todo eso fue en un sueño.

-¿Cómo que en un sueño?

-Claro, doctor. Nunca he sido ciclista ni la cabeza de un guanajo. Además, hace año y medio que no voy a Cuba. Esas peripecias fueron en el sueño y vengo porque me acosté bien, y no puedo caminar ahora de los dolores en los gemelos.

-Es que no entiendo, pero…

-Doctor, no es la primera vez que me pasa. Hace unos días ya estuve lesionado, porque hice la etapa entre Santiago de Cuba y Manzanillo. ¿Quiere que le cuente?

-¡Nooo! No hace falta.

-¿Y qué puedo hacer, doctor?

-No lea periódicos, no vea youtube, no vea tv, porque si esas cosas le pasaron ahora, que solo se corría el Giro de Italia, no quiero pensar qué pasará cuando llegue el Tour de Francia…

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