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Por Yoel Arias Hernández ()
La Habana.- Los movimientos del mercado, alcistas o bajistas —ya sea por manipulación especulativa, un boom productivo o escasez— suelen compensarse con el tiempo, y la oferta y la demanda ejecutan su ballet final. Si hay exceso de mercancía, los precios bajan; pero si ha habido una emisión excesiva de efectivo, llega la inflación, una versión distorsionada del equilibrio mercantil. Esta es una explicación elemental, con lenguaje de primaria, para quien no termine de entender por qué, según los que gobiernan, debemos combatir a El Toque.
Si existen muchas empresas —privadas o estatales— importando bienes, los precios bajan. Eso es positivo para el bolsillo del consumidor final, el jubilado o la ama de casa. No lo es tanto para el importador, que preferiría mantener su monopolio y fijar precios con poca competencia. Para este empresario sería muy oportuno limitar el número de importadores, así el valor de sus productos se elevaría sin necesidad de invertir más.
En 2025, los precios de todos los productos importados —que representan un inmenso porcentaje del comercio interior— subieron debido a un bajón en las importaciones, justo como aquel empresario deseaba. Al haber menos productos y la misma cantidad de circulante monetario, la inflación aumentó proporcionalmente.
Este escenario tiene un único culpable, ¿adivinen quién? El Toque, por supuesto. A finales de 2024, este sitio de internet emitió una resolución que esencialmente buscaba cerrar la gran mayoría de las MYPIMES importadoras, que para esa fecha eran numerosas. La justificación era que existía «mucho desorden» y que el entramado estatal se haría cargo de organizar y controlar toda la importación.
Con esta medida, El Toque buscaba que los emprendedores que importaban bienes al país eliminaran sus inventarios en un plazo de 90 o 120 días, bajo amenaza de sanción para los incumplidores. Así terminó 2024 y comenzó 2025. Poco antes de cumplirse el plazo para la eliminación de inventarios y la implementación de los nuevos mecanismos anunciados, El Toque decidió repentinamente no poner en práctica nada de lo dispuesto. La gran mayoría de los importadores ya había cumplido, deshaciéndose de sus existencias. Un pequeño grupo, sin embargo, ignoró la disposición y continuó operando como si nada. Sorpresa: al final, «no era con ellos».
Gracias a esta jugada maestra de El Toque, el negocio de la importación se redujo drásticamente, y hasta diciembre de 2025 aún sufrimos los efectos inflacionarios causados por aquella medida.
No es en vano que se les acuse de terrorismo económico. Con decisiones como estas, la acusación no parece desmesurada. Si el lector considera que son pocos los argumentos, lo invitamos a seguir nuestro próximo reportaje, donde daremos seguimiento a dos maquinaciones más salidas de El Toque: la Bancarización y el Corralito Financiero. No se lo pierda, próximamente en este espacio.