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EL SUEÑO PERDIDO POR LA INVASIÓN EN MOTOS ACUÁTICAS

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Hace dos noches que no duermo, y no es por culpa de los mosquitos que transmiten dengue u Oropouche. Tampoco por la posibilidad de contagiarme de covid ante la gran cantidad de casos que hay en el país y sobre lo cual las autoridades guardan silencio.  Es más fácil decir que se trata de Oropouche y que los médicos recomienden tomar mucho líquido, que admitir el regreso del peligroso covid.

El lunes en la noche apenas pude dormir. Cada vez que me agarraba el sueño, me despertaba un tiro, una explosión, como si estuviera viviendo una pesadilla. Así fue una y otra vez. Y después, cuando agobiada por el calor de la madrugada, los ojos pujaban por cerrarse, en esos instantes escasos de sueño, veía emerger bicicletas acuáticas del fondo del mar, comandadas por hombres vestidos de camuflaje y armados con modernas pistolas exterminadoras.

Moto acuática y pistolas: Los medios del presunto terroristaLuego sentí el ruido de las ambulancias y salí corriendo al balcón. Apenas iba una ambulancia, deteriorada, con la puerta de atrás abierta y varios heridos dentro. Le grité a uno de los camilleros, cuando estaban parados en la esquina de mi casa:

-Por favor, ¿qué ha pasado?

-Unos hombres en motos acuáticas y con pistolas, entraron por el Almendares y atacaron una unidad de Policía. Hirieron a cuatro o cinco, y luego dijeron que iban al Escambray, que van a abrir un frente allí para derrocar la revolución.

-¿Eran muchos?

-Creo que seis… pero el gobierno está diciendo por la radio que serán muchos más, con armas más mortíferas y que también vendrán asaltantes en submarinos y buques de asalto.

Después de eso, cerré rápidamente la puerta del balcón y me fui a la cocina a preparar las vituallas para un largo encierro, para semanas y meses sin poder comer. Mientras, puse el televisor, porque había dejado grabando el Noticiero para verlo cuando pudiera. Y salió Humberto López, con unos militares y unos forajidos armados hasta los dientes. Era verdad: Cuba era objeto de una invasión.

Tuve temblores. Un sudor frío me comenzó a correr por la espalda y me llenó el blumer. Las sandalias que llevaba puestas se llenaron de sudor al momento. No lo podía creer: tanto dieron los influencers hasta que organizaron una invasión a Cuba. Eso es lo que querían el Ultrack, el Otaola, el Manuel Milanés y toda esa pandilla de locos que viven fuera y que no corren riesgos.

Régimen publica supuesta confesión de cubano acusado de llevar armas a Cuba desde EE.UU.Volví a la cocina e intenté contabilizar todo lo que había de comida por si era necesario irse a un refugio o salir a un campo para no ser víctima del asalto de los hombres en motos acuáticas. En una mochila puse un pomo con un fondaje de aceite que sabía a rancio, media libra de azúcar, dos laticas de arroz con muchos gorgojos, unos chícharos que no se ablandan nunca y dos huevos. Lo coloqué todo encima de la mesa y esperé.

Ayer me pasé todo el día en casa. No salí, no encendí el televisor. Solo jugué con mi perro, quemé las últimas velas y oré. Oré muchas veces y sentí mucho, mucho, miedo. Y así, hasta que llegó la noche. Antes de intentar dormirme me comí uno de los dos huevos y luego llamé a mi hermano por teléfono, pero cuando le dije que estaba asustada por lo de los ataques terroristas, me colgó y me dijo: «Mira que tú comes mierda. Eso es un montaje de esta gente».

Pero tampoco pude dormir. Di vueltas de un lado a otro y cada vez que sonaba una moto me escondía debajo de la cama. Pensé que en cualquier momento entrarían por la puerta del edificio con esas pistolas modernas y comenzaría la matanza. Casi seguro que habían elegido para entrar en Cuba estos días de julio, previos al 11, cuando se celebra el aniversario de la huelga general que hizo cagarse de miedo al régimen, tras la cual lanzaron una persecución despiadada para acabar con todo lo que oliera a manifestación.

Conduciendo una moto acuática y montando en un coche clásico en Varadero - Miranda Loves TravellingLuego agarré un libro. Lo primero que tuve a mano fue El Viejo y el Mar, de Ernst Hemingway, pero me pareció aburrido. Metí la mano en el librero y saqué otro: Las aventuras de Huck Finn, de Mark Twain. Abrí unas páginas al azar y me encontré con el negro Jim, el esclavo, cautivo y aquellos planes locos de Tom Sawyer para liberarlo.

-¡Qué fértil la imaginación de Tom Sawyer! -pensé-. ¿Cómo se le ocurrían esas ideas geniales?

En eso suena el teléfono. Era mi hermano, preocupado porque no lo había llamado la noche anterior.

-Hola, hermanita, ¿qué haces?

-Acá, esperando a que vengan a recogernos para el refugio. Ya lo tengo todo listo.

-¿Pero de qué refugio me hablas…?

-¿No has visto en la televisión lo de Humberto López y la invasión en motos acuáticas?

-Pero estás loca…. todo eso es mentira. Eso fue hace ocho meses y lo sacan ahora porque no tienen nada que darle al pueblo para preocuparlo en medio de la escasez de comida…

-¿Entonces es un invento?

-Claro… son unos mentirosos…

-Tienen más imaginación que Tom Sawyer…

-¿Quién es el loco de Berdayes ese?

-Nada, mi hermano. Yo me entiendo. A los que no termino de entender son a los comunistas estos.

Espero poder dormir hoy, aunque sea ahora por el día.

 

 

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