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EL SINSENTIDO DE LOS QUE GOBIERNAN EN CUBA

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Por Anette Espinosa (9

La Habana.- Quiero que me perdonen todos los que hoy no tuvimos pan para desayunar, y fíjense que hablo en primera persona del plural, porque en mi casa hace muchos días que no hay pan, y tampoco huevos, ni leche, y mis niñas se van para la escuela con el estómago vacío.

Quiero que me perdonen por lo que voy a decir, en referencia al que supuestamente manda en Cuba, a los que le llevan la agenda a ese que, supuestamente, manda, porque el poder de verdad lo tiene Raúl Castro, y él, el supuesto, solo se preocupa de llevar las redes sociales, presidir algunas reuniones y participar en actos y conmemoraciones, además de visitar cada semana un municipio diferente del país, donde, desde 48 horas antes, no quitan la corriente.

El presidente designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, es un anormal total, un tipo sin sentido común, un incapaz en toda la extensión de la palabra, quien, en lugar de estar trabajando por la solución de los disímiles problemas que enfrenta el país, se la pasa en tonterías de un lado para otro.

No puede ser diferente en un hombre que dijo no hace mucho, y por ahí están las pruebas en internet, que lo más grande que había conseguido en su vida era llenar la plaza de Santa Clara para que escucharan hablar a Fidel Castro. ¡Increíble!

Esta mañana, buena parte de la cúpula castrocomunista, con Díaz-Canel y Marrero a la cabeza, se fueron hasta el muelle de La Coubre, para conmemorar el 65 aniversario de la explosión del vapor del mismo nombre y lanzar ahí una sarta de estupideces sin sentido y, de paso, hablar de los ataques terroristas de Estados Unidos contra Cuba.

Entre otras cosas, dijeron que Washington debería encabezar su propia lista de países patrocinadores del terrorismo y no sé cuántas tonterías más, como si ellos, no Marrero y Díaz-Canel, sino sus antecesores, hubieran sido tan buenos durante los 66 años que llevan en el poder.

No se les puede olvidar el hundimiento del remolcador 13 de marzo, donde perdieron la vida muchas personas inocentes, entre ellos niños, tampoco el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, unas pequeñas avionetas civiles que fueron atacadas por aviones de combate cubanos. Y tampoco deben olvidar los crímenes de La Cabaña y otros lugares del país, desde el mismo triunfo contra Batista, y de lo cual alardeó el Che Guevara hasta en la ONU: «Hemos fusilado…». ¿Lo recuerdan?

Ahora, cuando en el país no hay nada, cuando los cubanos de estos momentos atravesamos la peor crisis de la historia del país desde la llegada de Cristóbal Colón, estos anormales malgastan tiempo, recursos, fuerzas, porque movilizan policías y vehículos, para un ridículo acto de recordación, en un país en el que la gente solo tiene una preocupación: sobrevivir.

Se puede ser hijo de puta (y ellos lo son), pero no tan tonto como para centrar la atención en lo que llaman batalla ideológica, cuando lo que necesita la gente es comida, y a la producción de alimentos no le dedican ni una hora a la semana.

Si acaso, muy de vez en cuando, el ministro de la Agricultura se aparece por algún lugar y da un sermón, como si con sermones fueran a roturarse las tierras y nacer las semillas. O va el vicepresidente Salvador Valdés Mesa, uno que no pinta nada, pero que está a cargo de la producción de alimentos, y se para un rato al sol, en la cabeza de un surco mal labrado, para que su tez negra brillosa -muy brillosa, porque no sabe lo que es coger sol- se quemé un poco.

Estos tipos están locos. Su actuar es un sinsentido total, y solo en el caso de la represión tienen una idea clara de lo que quieren. En lo demás, ora van a babor y ora a estribor, como si el timón del viejo y desvencijado barco se hubiera partido e hiciera que la nave tomara el camino que se le antoje.

Insisto: el castrocanelismo no se ha acabado solo porque nosotros no hemos querido. A estos solo hay que gritarles un poco y saldrán corriendo como locos, sin dirección, porque en este país arrastrado a la miseria se perdió la cordura, el sentido común, el tino y la vergüenza. Los que dirigen ya perdieron la vergüenza y están a la cara.

Pobres de nosotros si les permitimos seguir ahí.

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