Enter your email address below and subscribe to our newsletter

El progreso de Sancti Spíritus, según Morales Ojeda

Comparte esta noticia

Por Oscar Durán

La Habana.- El Partido Comunista tiene una extraña habilidad. Puede recorrer fábricas vacías y solares polvorientos como si fuesen Silicon Valley en plena ebullición. La visita de Roberto Morales Ojeda a Sancti Spíritus no fue otra cosa que una función más del teatro político. Es la puesta en escena donde el hambre no importa, siempre que haya discurso y consigna.

El secretario de Organización del Comité Central llegó con su sonrisa de compromiso y su guion aprendido. Caminó entre paneles solares y cañas de azúcar «pariendo el futuro» del país. La provincia fue declarada “Destacada” por la efeméride moncadista. En Cuba hay que premiar el acto simbólico, aunque el estómago siga reclamando lo que no llega.

Se detuvo en el parque solar de Cabaiguán, una obra de 200 millones de pesos, con la promesa de aportar 21.8 megawatts al SEN. Un dato que suena bien, aunque no alcanza ni para mantener alumbrado un barrio entero durante un apagón de 12 horas. Pero eso no importa: lo esencial es que parezca un logro. La narrativa se repite: “se construyó en tiempo récord”, “con apoyo popular” y “con compromiso revolucionario”.

En paralelo, se exaltó la instalación de una línea para limpiar yuca, la futura producción de 300 toneladas mensuales de MDM. Esas son una masa deshuesada que en otro país desecharían. Aquí la convertimos en embutido. También se destacó la fabricación de 37 microbuses eléctricos. Todo es progreso, dicen. Todo es esfuerzo. Pero lo que nadie dice es que ninguno de esos microbuses viaja más allá de las calles de un municipio. La yuca tampoco llega al plato. Y, por último, el parque solar, por sí solo, no va a salvar a un país donde cada noche el apagón es más largo que el sueño.

La propaganda como sustento

Morales Ojeda habló de “compromiso”, de “desafíos superados” y hasta de “apuestas por la soberanía alimentaria”. A estas alturas, la palabra “soberanía” suena tan hueca como una olla vacía. Lo que hay, en realidad, es una nación atada a la mendicidad internacional. Nos sostiene la propaganda como sustento emocional y a una dirigencia que recorre el país. Reparten elogios, pero no soluciones.

La realidad es esta: se invierten millones en obras que no modifican la miseria cotidiana. Se alaba al pueblo por su entrega. Mientras que ese mismo pueblo carga con el peso de una economía que se cae a pedazos. Todo es una ceremonia de la apariencia, una fiesta de reconocimientos en la que se premia la obediencia y se calla la necesidad.

La efeméride del 26 de julio sirve de pretexto. Se enarbola como bandera para justificar lo injustificable. Se pinta de épico lo que es puro maquillaje. En Sancti Spíritus —como en toda Cuba— el poder se dedica a narrar epopeyas imaginarias. Pero la gente, la de verdad, la que no sale en la nota oficial, sigue en la cola del pan, esperando que algún día se apague este circo.

Y no vuelva a encenderse nunca más.

Deja un comentario