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El pastel de brujas y la ignorancia

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Por Edy Libedinsky ()

Durante los Juicios de Brujas de Salem de 1692, el miedo y la superstición se apoderaron de la Massachusetts colonial. Esto llevó a una de las cazas de brujas más infames de la historia.

Una práctica curiosa utilizada en estos juicios fue la llamada prueba del «pastel de brujas». Los acusadores recolectaban orina de la supuesta bruja y la mezclaban con harina de centeno para hornear un pastel.

Esta extraña mezcla se le daba entonces a un perro, al que se creía que tenía una sensibilidad sobrenatural.

Si el perro mostraba signos de angustia o comportamiento extraño después de comer el pastel, se consideraba prueba de que la mujer acusada había embrujado a la víctima. Además, transfería su magia a través del pastel.

Esta práctica tenía sus raíces en la antigua magia popular inglesa, donde los perros eran vistos como poderosos detectores de la influencia del diablo. En la sociedad profundamente religiosa y temerosa de la Nueva Inglaterra puritana, tales métodos se tomaban en serio a pesar de carecer de base científica.

Cuando todo era brujería

El método del pastel de brujas revela cómo la desesperación y la ignorancia moldearon la justicia colonial temprana.

En un mundo sin medicina o psicología modernas, las convulsiones, alucinaciones o ataques inexplicables se atribuían a la brujería. No se consideraban enfermedades o estrés.

El pastel de brujas era preparado por figuras como Mary Sibley, quien creía que podría revelar a la verdadera bruja.

Aunque pretendían proteger a las víctimas de la supuesta brujería, estos rituales solo alimentaron la histeria. Esto llevó a la persecución de decenas de personas inocentes.

El uso de orina en esta práctica popular suena impactante hoy en día. Sin embargo, reflejaba los retorcidos intentos de la época por encontrar certeza en un mundo que temían que estuviera bajo el dominio del diablo.

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