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Por JOrge L. León (Historiador e investigador)
Houston.- Entre los siglos XV y XVI, Europa vivió una transformación decisiva: la lenta disolución del mundo feudal y el surgimiento de los primeros Estados nacionales. Fue un proceso complejo, pero puede entenderse a través de algunos factores clave que cambiaron para siempre la organización política del continente.
El derrumbe del feudalismo
Durante siglos, Europa había estado fragmentada en señoríos, castillos y pequeños poderes locales. Esa estructura comenzó a debilitarse por varias razones: el crecimiento del comercio, la aparición de una economía monetaria y el fortalecimiento de las ciudades.
Los señores feudales perdieron influencia y la autoridad empezó a concentrarse en manos de los reyes.
El fortalecimiento de las monarquías
Los monarcas aprovecharon ese vacío de poder para construir un nuevo tipo de autoridad: un poder central capaz de imponer leyes, recaudar impuestos y dirigir ejércitos permanentes. No dependían ya de nobles armados, sino de funcionarios, tribunales y una burocracia naciente.
La alianza entre reyes y burguesía
Mientras los nobles resistían, la burguesía —comerciantes, artesanos, banqueros— apoyó a los reyes. ¿Por qué? Porque necesitaban paz interna, rutas seguras, leyes uniformes y una moneda estable para comerciar. Esta alianza económica y política fue esencial para la creación de los Estados modernos.
Innovaciones militares y tecnológicas
La pólvora, las armas de fuego y los ejércitos profesionales volvieron obsoletas las viejas fortalezas feudales y redujeron el poder militar de los señores. El control de estas nuevas fuerzas quedó en manos del rey.
Tres modelos emblemáticos
-Francia, tras la Guerra de los Cien Años, consolidó una monarquía fuerte con un ejército nacional.
-Inglaterra avanzó hacia un Estado más institucional, con un Parlamento que limitaba el poder real.
-España se unificó en torno a los Reyes Católicos, fortaleciendo la corona y dando origen a una potencia imperial.
Estos avances fueron diferentes en cada región, pero tuvieron un mismo resultado: la formación de territorios unificados bajo una autoridad central y leyes comunes. Nacía así el concepto de Estado nacional, base del mundo político moderno.