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Por Hiram Caballero ()
El 14 de abril de 1912, a las 11:40 de la noche, en el medio del océano Atlántico, el RMS Titanic, que cubría la ruta “Southampton-New York, chocó de lado con un iceberg de gigantescas proporciones, esto le provocó daños que ocasionaron su hundimiento.
El “Titanic”, la joya de la “White Star Lines”, era uno de los tres hermanos gemelos junto el “Olympic” y el próximo a terminarse “Britanic”.
Navegaba sin novedades por un calmo océano en medio de una noche despejada, a las 11:30 de aquella fatídica noche el experimentado capitán Edward John Smith se retiró a su camarote, dejando a cargo del gigantesco barco al primer oficial William Murdoch, acompañado en el puente de mando por el sexto oficial James Paul Moody.
Diez minutos después el vigía Frederick Fleet avistó un inmenso iceberg, 500 metros por delante, en la ruta exacta del barco, activó la alarma que sonó en el puente de mando, a pesar de que el iceberg tenía 30 metros de altura no era visible desde el puente, el primer oficial Murdock tuvo que tomar en pocos segundos decisiones que determinarían el futuro de los 2 224 pasajeros.
No lo ayudaron las circunstancias, primero perdió segundos valiosos dirigiéndose hasta el ala de estribor para verlo él mismo, luego ordenó girar todo a estribor, pero poniendo los motores en reversa, esto le quitaba efectividad al giro del timón.
El Titanic no chocó contra el Iceberg, hecho que no hubiera provocado más que pequeños daños en la proa y le hubiera permitido llegar normalmente a su destino, sino que lo rozó por debajo de la línea de flotación por lo menos a lo largo de 100 metros, provocando una hendidura que inundó los primeros 5 compartimentos estancos, sentenciándolo a ser hundido.
El barco estaba diseñado para mantenerse a flote con hasta 4 compartimientos inundados.
El capitán Smith sintió el temblor y se dirigió al puente, hizo detener el barco y llamó al ingeniero constructor del barco Thomas Andrews y al carpintero naval John H. Hutchinson quienes luego de evaluar los daños informaron al capitán y a uno de los dueños de la compañía a bordo, Bruce Ismay, que el barco se iría irremediablemente al fondo del Atlántico en menos de 2 horas.
El Titanic se hundió a las 2:20 de la madrugada del 15 de abril, tardó 20 minutos más en llegar al fondo del mar.