Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- ¿De quién yo era hijo? Obviamente, yo era hijo de Ana María Gómez y Esteban Fernández Roig.
Mientras me portara bien, era el querido primogénito de la pareja compuesta por un habanero cuarentón y una muchacha güinera de 30 años. Eso era hasta que hiciera una travesura, hasta que metiera la pata, hasta que soltara una mala palabrota o sacara una pobre calificación en la escuela.
Entonces, ipso facto, de sopetón, pasaba a ser el hijo malcriado de uno de los dos.
Papi decía: “Ana María, ¿viste lo que hizo ‘tu hijo’?”
Y mi mamá reciprocaba. Desde que yo comenzaba con una malacrianza mi madre decía: “Oye, Esteban de Jesús, deja que llegue ‘tu padre’ de la calle, él te va a poner un correctivo…».
Desde que mi padre ponía un pie en la casa, mi madre decía: “Esteban, ni te imaginas lo que acaba de hacer ‘tu hijo’…».
Y papi comenzaba a reírse y decía: “¿Qué hijo mío, ni hijo mío?” A la legua se ve que es hijo de Manolón, el que anda siempre con su mula”.
Una vez falté a un montón de clases en el Instituto y me iba a jugar en el billar de Emilio Dúo, mi padre se enteró y en lugar de regañarme decidió asustarme y misteriosamente me dijo:
“Estebita, ya estás grande y es hora que sepas la verdad: la verdad es que tú no eres hijo de Ana ni mío, no eres hijo nuestro, a ti te dejaron abandonado y nosotros te encontramos en la ribera del Mayabeque siendo un bebito, sucio y lleno de hormigas”… LOL.
Soltamos unas carcajadas y no volví al billar…
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