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Por Manuel Viera ()
La Habana.- Hoy no habia caos para doblar en Quinta Avenida, y la pequeña calle de la escuela donde estudia mi hija estaba ordenada. No había uno, sino decenas de agentes del tránsito.
Además, en la calle no había ni un papelito.
Un camión de bomberos estaba parqueado en la esquina. También varias patrullas. Y encontrar un lugar donde parquear era un acto casi imposible.
Tampocohabía, ni venían motos en sentido contrario.
Cuando me bajé del carro, varios padres se me acercaron a decirme cosas, pero yo, admito, no entendía lo que me decían.
¡Graba Manuel! ¡Graba el grupo electrógeno! Escuhé de pronto, en medio del ruido aquel.
Y sí, lo vi y lo grabé. Lo grabé pero no entendía aún.
Sin embargo, tengo que admitir que por un momento me alegré de que al fin los niños tendrían un grupo electrógeno en la escuela y no sufrirían de apagones.
Por un instante -insisto que por un instrante- pensé que era para ellos.
Luego me llegó el mensaje por WhatsApp: «Los niños deben llegar temprano, después de las 8 y media se cerrarán las calles y no podrán entrar. ¡Viene visita!»
Entonces entendí todo y me puse triste: en un par de horas ya los niños no tendrán electricidad.