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EL EMBROLLO DE LA CIENCIA Y LA INNOVACIÓN EN CUBA

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Por El Estado como tal ()
La Habana.- Quizás sea un problema de la nota de prensa, pero la presentación de la medición de los resultados de la ciencia e innovación en Cuba es embrollada y poco novedosa. Parece particularmente endeble a nivel de las empresas.
La visión presentada sobre la métrica de ciencia e innovación parte de reconocer el deficiente estado de su medición en Cuba, pero parece enrevesada la manera en que se superponen varios niveles: “global”, municipal y empresas.
A pesar de ser un componente “estratégico” de las políticas públicas de Cuba, es llamativo que se reconozca la subvaloración de ciencia & innovación en el PIB y que se demore tanto la rectificación de una distorsión que afecta decisiones importantes.
También llama la atención que no se proyecte un enfoque balanceado entre dos procesos relacionados, pero que son distintos: de una parte, la ciencia y la tecnología, y de la otra la innovación. Hay una narrativa desbalanceada que prioriza la medición de ciencia & tecnología.
Se mencionan indicadores “objetivos” de resultados de ciencia & tecnología que ya se utilizan (publicaciones y su impacto, y patentes), pero los indicadores de resultados de innovación (nuevos productos y tecnologías) son imprecisos. No se incluyen hoy en la estadística oficial.
Los indicadores de innovación que se mencionan de manera general no son novedosos. No se incluyen indicadores recientes (p.ej. intensidad innovadora por sectores, innovación de procesos de negocios, firmas innovadoras, etc.) como los desarrollados por la OECD.
El desarrollo del índice global de innovación parte del principio válido de considerar las características del país, pero debería tomarse especial cuidado en que fuese comparable internacionalmente con el entorno cercano y con los principales socios comerciales & inversión.
El eslabón más débil de la presentación del programa oficial de “perfeccionamiento” de ciencia, tecnología e innovación es la función periférica que le concede a la empresa, a pesar de que esta es el “locus” de innovación de un sistema económico.
La indebida supeditación de la empresa a estructuras burocráticas “especializadas” (consejos, proyectos, gerentes) en el marco del programa oficial resulta en una medición endeble a nivel de empresa, mencionándose solamente la “encuesta nacional de innovación”.
Las encuestas son instrumentos subjetivos que pueden ser útiles, pero entender la innovación empresarial, que es crucial para tomar decisiones, necesita un sistema de medición robusto y variado que incluya indicadores objetivos de los que carece la visión oficial.
La innovación no es solamente acerca de la creatividad. También es acerca de asignar recursos. Un programa de “perfeccionamiento” de la innovación no solo debe enmarcarla como un catalizador de crecimiento sino también distribuir recursos para que ese catalizador funcione.
La asignación de recursos humanos y materiales, así como las modales de gestión de tal asignación deberían poder contar con indicadores apropiados que orienten razonadamente decisiones apoyadas en evidencia. De no ser así, el voluntarismo tendría vía libre.

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