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Por Luis Alberto Ramirez ()

Miami.- El régimen de La Habana ha comenzado a comunicar a las empresas extranjeras que operan en la Isla que no podrán extraer ni transferir al exterior las divisas que actualmente tienen depositadas en los bancos cubanos. En otras palabras: el dinero que ya está dentro del sistema bancario se queda ahí, congelado, atrapado en un corralito financiero que amenaza con paralizar la ya maltrecha inversión extranjera en el país.

Lejos de ofrecer una solución creíble, las autoridades cubanas han propuesto la creación de un nuevo tipo de cuentas bancarias, llamadas “reales”, en las que las empresas solo podrán depositar divisas frescas, enviadas desde el extranjero, y que sí podrían usar para transferencias al exterior o para retiradas de efectivo. Dicho de forma sencilla: el dinero que ya existe en el banco está perdido en una especie de limbo financiero, pero si quieren traer otro, ese sí podrán manejarlo.

El mensaje es claro y brutal: lo que depositaron antes, queda retenido; si quieren mover fondos, traigan más. Todo bajo el paraguas del llamado Programa para Corregir Distorsiones y Reimpulsar la Economía, un eslogan que no logra ocultar lo evidente: el Estado está sin liquidez y está sujetando a los inversionistas por la garganta para sobrevivir.

Machetazos a ciegas

Pero el caos no termina ahí. Esta medida llega meses después de que el Gobierno notificara sorpresivamente a todas las entidades extranjeras que debían pagar en dólares los alquileres de sus inmuebles a empresas inmobiliarias estatales y también los salarios de los empleados, los cuales deben ser tramitados por una empleadora estatal que se queda con un porcentaje desproporcionado por actuar como intermediaria. Una práctica que, en cualquier país serio, sería calificada abiertamente como un mecanismo de expoliación.

¿De qué manera se puede dirigir la economía de un país ahuyentando inversionistas, imponiendo reglas repentinas, creando corralitos financieros, y actuando con métodos más cercanos a la extorsión que a la gestión económica? ¿Cómo se puede pretender que fluya el capital en un ambiente donde el Gobierno decide cuándo un dinero es “real” y cuándo no, cuándo es suyo y cuándo deja de serlo?

¿Están locos? ¿O simplemente están tirando machetazos a ciegas en un intento desesperado de sostener un modelo económico que se derrumba a pedazos?

Esto muestra el interés que tiene el régimen por arreglar la economía y darle una mejor vida al pueblo; ellos, como buenos delincuentes, le roban a cualquiera sin importarle las consecuencias, porque con estas medidas lo único que resuelven es ahuyentar a los inversionistas extranjeros y destruir el poco crédito que tienen. Paraliza proyectos, reduce la entrada de divisas y profundiza la crisis. Ningún inversionista serio apuesta por un país donde el Gobierno cambia las reglas sin aviso, ejecuta confiscaciones encubiertas y se comporta como un socio impredecible.

Cuba necesita otro gobierno, gente que sepa administrar, gobernar y, sobre todo, respetar libertades y la soberanía nacional.

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