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El comunismo disfrazado que amenaza Nueva York

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Por Albert Fonse ()

Zohran Mamdani no es un político progresista. Es un comunista con la agenda completa. Lo que propone no es una alternativa, es el mismo guion que destruyó a Cuba, hundió a Venezuela y colapsó a la URSS. Transporte gratuito, vivienda estatal, renta básica, nacionalización de servicios, impuestos confiscatorios. Excepto por el desfinanciamiento de la policía, es una copia literal del modelo que ya viví. Lo vi aplicarse en tiempo real. Sé exactamente lo que viene después.

En Cuba, prometieron lo mismo. Transporte gratis. Lo que tuvimos fueron guaguas destartaladas, esperas eternas bajo el sol y el frío, y un sistema que funcionaba tan mal que la gente caminaba kilómetros porque “era lo normal”.

Así empezó. Después vino el racionamiento. Después vino la escasez total. En Venezuela lo vivieron igual: autobuses con ventanas rotas, sin repuestos, sin combustible, sin horarios. En la URSS, trenes oxidados con años de retraso. Siempre igual: lo gratuito se convierte en ruina.

Nada que es “gratis” lo es realmente. Alguien lo paga, y ese alguien siempre es el que trabaja, el que produce, el que sostiene al país. Cuando el Estado absorbe el costo total, el sistema colapsa.

La vivienda pública también sonó “humana” en Cuba. Lo que trajo fue miseria estructural. Familias enteras de tres o cuatro generaciones obligadas a vivir juntas, sin privacidad, sin espacio, sin salida. Personas viviendo por décadas en albergues insalubres, esperando una casa que nunca llega.

Edificios inestables, inhabitables, que se caen con cada aguacero. Cubanos sin techo, mientras el Estado habla de “derecho garantizado”.

Ese sistema solo trae destrucción

Un sistema así suena bonito, pero solo trae destrucción, envidia y resentimiento. En muchos casos, termina convirtiendo a las familias en prisioneras unas de otras, deseando la muerte de un abuelo para poder heredar un cuartucho miserable. Esa es la realidad de un modelo que supuestamente protege el acceso a la vivienda.

La renta básica universal es otra trampa. En Cuba la llamaron “libreta de abastecimiento”. Allá en Venezuela, “misiones sociales”. En la URSS, “asignaciones del proletariado”. Siempre el mismo mecanismo: dependencia total. El Estado te da lo mínimo para sobrevivir y, a cambio, exige sumisión. Nadie prospera, nadie escapa. La dignidad humana desaparece. Te acostumbras a agradecerle al poder lo que tú mismo generas. Al que trabaja, al que crea, lo aplastan por “privilegiado”.

El desfinanciamiento de la policía no es un detalle menor. Es lo más grave de todo. Mamdani no quiere reformar, quiere desmontar la autoridad para sustituirla por lealtad ideológica. En Cuba, primero desacreditaron a la policía tradicional. Después vinieron los Comités de Defensa de la Revolución: chivatos en cada cuadra, con derecho a vigilarte, a señalarte, a destruirte la vida.

En Venezuela, los colectivos armados. En la URSS, la KGB. El mismo patrón. Cuando el poder odia a la policía es porque quiere imponer otra más peligrosa: la del miedo, la del control, la de la ideología. Si Nueva York le quita autoridad a su policía, lo próximo será una estructura paralela, fiel al partido, enemiga del ciudadano libre.

Mamdami quiere ir más lejos

He visto este proceso desde dentro. Pasé hambre real. Vi desaparecer la carne, el pan, la leche. Escuché a un pueblo entero repetir consignas mientras moría de necesidad. Vi cómo se criminaliza al que piensa distinto. Cómo se encarcela al que opina. Cómo se celebra la miseria como virtud revolucionaria. Nada de esto es teoría. Lo viví.

Ahora lo veo aparecer aquí con nombres nuevos, rostros sonrientes, propaganda de colores. Es la misma peste con perfume encima.

Canadá ya muestra signos de este mismo modelo. No hablo desde el drama. Hablo con la claridad que da la experiencia. El Estado crece, los impuestos aumentan, los servicios públicos colapsan. El sistema de salud ya no responde como antes. La deuda sube. La calidad baja.

Todo lo justifican en nombre del bienestar colectivo. Mamdani quiere llevar esto aún más lejos, sin frenos, sin límites, con una narrativa calcada al marxismo.

Nueva York no puede caer en esa trampa

No hay una sola propuesta suya que apunte al mérito, al esfuerzo, a la libertad. Todo gira en torno al Estado como proveedor universal. Todo se basa en el resentimiento contra el que trabaja, contra el que ahorra, contra el que emprende.

Esta es la respuesta de la izquierda a Trump. Incapaces de derrotarlo con ideas, desatan su frustración construyendo una plataforma de destrucción económica y cultural. Se juntan los mediocres, los que nunca levantaron nada, para intentar derribar lo que no entienden.

Existen cubanos que lo apoyan. Vergüenza debería darles. No están confundidos. Colaboran con lo mismo que nos arruinó. Son el eco extranjero de la dictadura. Se esconden en el disfraz del “progresismo” mientras promueven lo que convirtió a Cuba en una cárcel. No merecen llamarse exiliados. Son cómplices activos. No pidan neutralidad frente a esa traición.

Nueva York no puede caer en esta trampa. No necesita más Estado. Necesita más libertad. No necesita subsidios eternos. Necesita producción y orden. No necesita otro demagogo comunista disfrazado de activista. Necesita líderes que respeten la ley, la propiedad y el mérito. Mamdani no representa el futuro. Representa exactamente aquello de lo que escapamos. Esta vez no vamos a quedarnos callados.

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