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Por Eduardo González Rodríguez
Santa Clara.- En la escuela nos dijeron que Dios y el Coco que asusta a la gente fueron invenciones de personas que querían mantenernos esclavizados y con miedo.
Mi maestra de tercer grado se llamaba -o se llama- Cila Gómez. De alguna manera misteriosa, aunque una vez me rompió una regla de madera en el brazo, la admiraba. Ella era -o es- ese tipo de persona a la que podías decirle lo que quisieras. Quizás te ganabas un cocotazo, pero nunca te llevaría a la dirección.
Ella nos decía que ya no teníamos que tener miedo, que los burgueses desaparecerían y que en el mundo no hay Dios, sino procesos naturales. Ojalá pudiera verla uno de estos días para decirle bajito «maestra, tengo miedo. Los burgueses son dueños de mi país y el Coco sí existe. Hace años estamos viviendo con él».