
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
El 11 de julio de 2021 marcó un antes y un después en la historia de Cuba. Ese día, el pueblo cubano rompió el miedo. Salió a las calles para gritar su hambre, su cansancio y su anhelo de libertad. Fue un estallido espontáneo que mostró al mundo la verdadera cara de una dictadura agonizante. Aquella protesta masiva demostró algo esencial: el poder del régimen depende de la sumisión del pueblo. Cuando los cubanos deciden decir «basta», el castrismo tiembla.
Hoy, la situación es más crítica que nunca. El hambre arrecia. La miseria se profundiza. La represión sigue intacta. Pero quedarse en casa, esperando una muerte lenta o ser víctima de la violencia, no es opción. La libertad no llega por sí sola. No se obtiene con ruegos ni se recibe como limosna. La historia es clara: los pueblos conquistan sus derechos cuando deciden luchar por ellos. Cuba no será la excepción.
El régimen quiere que los cubanos crean que resistir es inútil. Miente. Su debilidad quedó al descubierto el 11J. Aquel día, por unas horas, el miedo cambió de bando. Los represores se vieron superados por la multitud. Ese es el camino: la unidad, la valentía, la decisión inquebrantable de no seguir viviendo como esclavos. Los cubanos tienen el poder si deciden ejercerlo.
Algunos esperan que la comunidad internacional les resuelva el problema. Error. Nadie liberará a Cuba excepto los cubanos. La ayuda externa puede apoyar, pero la verdadera batalla se libra dentro de la isla. Cada acto de resistencia cuenta. Cada voz que se alza debilita a la dictadura. Cada gesto de rebeldía prepara el terreno para el cambio inevitable.
El futuro no está escrito. Depende de lo que los cubanos estén dispuestos a hacer hoy. ¿Seguirán agachando la cabeza mientras les roban hasta la esperanza? ¿O recordarán que sus antepasados lucharon por una Cuba libre? La libertad cuesta. Duele. Exige sacrificio. Pero es el único camino digno. Como dijo Maceo: no se mendiga, se conquista.
Llegó la hora de decidir. El 11J mostró que el pueblo unido puede cambiar su destino. Ahora falta dar el paso definitivo. La dictadura cae cuando los cubanos dejen de temerle. Cuando prefieran el riesgo de la libertad a la seguridad de la esclavitud. El mañana pertenece a quienes tienen el coraje de luchar hoy. Cuba merece más que supervivir. Merece ser libre.