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Nueva York.- Novak Djokovic, con 38 años y la carga física que conlleva ser el mejor de la historia llegando habitualmente a la recta final de los grandes torneos, protagonizó una nueva gesta al vencer al estadounidense Taylor Fritz por 6-3, 7-5, 3-6 y 6-4 en cuartos de final del US Open, para ampliar su imbatido historial contra él (11-0) y lograr su pase a semifinales por decimotercera vez, igualando el récord de Jimmy Connors.
El serbio, que afianzó su leyenda en un partido de 3 horas y 24 minutos, sumó así su séptima temporada consecutiva alcanzando las semifinales en los cuatro Grand Slams. El viernes, probablemente en la sesión nocturna del Arthur Ashe (01:00 horas de la madrugada del sábado en España), se medirá por novena vez con el español Carlos Alcaraz, con quien tiene un balance de 5-3.
«Para ser honesto, no lo sé (cómo conseguí prevalecer). Ha sido un partido increíblemente igualado. He tenido mucha suerte de salvar algunos puntos de break. Y en estos encuentros, unos pocos puntos deciden», explicó Djokovic, que es prácticamente invencible cuando gana los dos primeros sets en partidos al mejor de cinco, con una marca de 297-1. La única remontada que ha sufrido en esas condiciones fue ante el austriaco Jurgen Melzer en Roland Garros 2010.
Fritz (27 años y nº4 del mundo), finalista junior en 2014, no logró quebrar la resistencia del balcánico, en parte porque no supo aprovechar 11 de las 13 opciones de break que tuvo durante el encuentro, en el que llegó a jugar a un nivel muy alto. Aunque en muchas estadísticas fue incluso mejor que Djokovic, su falta de puntería en los momentos clave y algunos fallos en el saque en el juego final, donde solo logró meter un primer servicio, lastraron sus opciones.
«No siento que haya dominado desde el fondo de la pista. En muchos de mis juegos al servicio he peleado por mantenerme vivo. Al final del día, ganar importa. Y yo lo doy todo por este deporte», resumió ‘Nole’, que dedicó la victoria a su hija Tara en su octavo cumpleaños: «Esto es un gran regalo para ella. La celebración es porque me enseñó a bailar una canción de K-Pop, que se llama ‘Soda Pop’, de Demon Hunters. En casa hemos hecho unas coreografías y espero que, al verlo, cuando se levante, se eche unas risas».
Una leyenda, con el hambre intacta, que sigue escribiendo historia.