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DICTADURA: BLA, BLA, BLA

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Por Adalixis Almaguer ()
Miami.- Diálogo, del latín dialogus, es una conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas y comentarios de forma alternativa sobre un asunto o problema con la intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución.
Ahora bien, que objetivo tiene exponerle a la dictadura lo que ellos de sobra ya saben. ¿Acaso la dictadura ignora que existe descontento, divergencia, disenso? No. Conocen de sobra y de ese conocimiento se derivan todas las acciones represivas que toman para acosar, reprimir, apagar cualquier discurso que se salga una letra del oficialismo instaurado.
El asunto o problema a exponer es que el cubano está hasta el gorro, que la era digital ha puesto al alcance de muchos la información que por más de seis décadas se nos negó y ahora sabemos que una realidad mejor es posible, que una cotidianidad digna es posible, que se puede vivir, que no tenemos que apostar por la muerte, que estar en modo sobrevida 24/7 no es lo usual en el mundo, ahora podemos discernir.
La dictadura no reconoce el problema, niega a la oposición, como mismo niega la discriminación racial y de género, los suicidios, el consumo de drogas, la prostitución (incluyendo la prostitución infantil), el alcoholismo en proporciones industriales que nos consume (incluyendo a la adolescencia).
Y si la dictadura no reconoce a la oposición, no reconoce el asunto a tratar entonces no habrá nunca un diálogo. No se llegará a una solución porque el castrocomunismo no reconoce el problema, simplemente lo aplasta, lo barre debajo de la alfombra a puros golpes y detenciones.
Que los factores en oposición dentro y fuera de la isla se sienten a una mesa de conversación (no redonda, por fa), que se limen asperezas, que se tomen acuerdos, que se fragüen planes de acción, que se diseñe el país que queremos y como llegar a él, que se ponga por delante la libertad y como obtenerla es lo más sabio que se puede hacer. Y el golpe más duro al tirano porque si algo nos debilita es la falta de unidad de los que en el fondo queremos lo mismo.
Pero la dictadura no debe tener una silla en esa mesa, no debe ser invitada, con la dictadura no se debe contar para obtener lo que por tantos años ella misma nos ha negado.
Las dictaduras solo saben de abuso de poder y corrupción, dos cosas que no queremos en la Cuba nuestra. La dictadura lleva 65 años en el monólogo de muletillas más largo que la historia ha oído y siempre ha desestimado, porque no le importa, la opinión del receptor. Con las dictaduras no se dialoga.

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