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Por Ecourgevich Icemanov ()
La Habana.- Para que dos personas pacten cualquier cosa, prima un interés, pero si existen temores fundados a que la contraparte no cumpla, no habrá negocio. Yo quiero comprarle algo, usted desea vendérmelo (y obviamente necesita el dinero que yo le voy a pagar), pero si yo pienso que usted me va a estafar o usted cree que no le voy a cumplir con el pago, sencillamente nunca haremos negocio. Debe existir confianza, y en ella influye el prestigio de las partes. Tantas veces haya realizado yo varios negocios exitosos y satisfactorios para ambas partes, tanto crecerá mi prestigio, y por ende, mis “indicadores de confianza”.
Esto no es nada nuevo, funciona en el mundo entero y las plataformas de ventas online han implementado esos sistemas de puntuación mediante el cual los potenciales compradores conocen el prestigio de cada oferente y se apoyan mucho en eso a la hora de cerrar los tratos. La confianza es primordial en las relaciones humanas. Y también en las relaciones entre los ciudadanos y su Estado.
Quienes dirigen hoy a Cuba parecen desconocer eso. La última muestra de ello es la recientemente publicitada apertura de tiendas , inesperadamente bien surtidas, que solamente admiten tarjetas internacionales, dólares en efectivo y las reciente y tristemente célebres tarjetas Clásica y Bandec Prepago. Las razones para ello andan sobre el hecho de que “lo recaudado servirá para abastecer las tiendas en MLC”, lo que provoca cierto “deja vu”…. ¿y los MLC? Cuando usted tenía una tarjeta MLC, ¿qué es lo que hay ahí? ¿Qué se depositó para que esta tarjeta tuviera MLC? ¿Bagazo de caña? No, fueron divisas que entraron a las arcas de este Estado y fueron convertidos es ese dinero digital al que llamamos MLC, pero que, en el fondo, constituye el compromiso del Estado cubano de corresponder con bienes y servicios a su titular, y ahora, sorprendentemente, tenemos este nuevo panorama en el cual categorizamos a esos MLC (que una vez fueron divisas) en dólares de segunda categoría.
Para colmo de males, el “necesario ordenamiento” se realizó porque teníamos dos monedas (CUP y CUC) y tasas de cambio (1×25 a la población y las empresas 1xX, con 0.82 usd el valor del MLC). ¿Recuerdan?
Pues ahora tenemos, CUP 1 (efectivo), CUP 2 (bancarizado), MLC, “dólares clásicos”, dólares en efectivo, tasas de cambio 1×24 (oficial) 1×120 (mercado cambiario), 1×315 (mercado informal, pero real), una tasa flotante, una sociedad hundida…. no sé, ya me dio dolor de cabeza.
¿Recuerdan el deja vu que mencioné? Es que antes, pero no tan antes, un ex-Ministro al cual en teoría le han imputado cargos que nunca dijeron cuáles fueron, declaraba ante la televisión nacional que “con lo recaudado en las tiendas MLC vamos a mantener y reabastecer las ofertas en CUP”. Sobra que yo lo diga, pero hoy ni lo uno ni lo otro, y ni siquiera explicaciones. Y precisamente, la parte más importante y más sensible de nuestra sociedad, intenta sobrevivir alcanzando productos en moneda nacional, que a fin de cuentas es la moneda oficial.
A eso algunos tristemente le llaman “la vida que me tocó”, otros eufemísticamente le dicen “la lucha diaria” y también hay algunos que cínicamente le nombran “resistencia creativa”
Salgo a la calle y no pocas veces escucho hablar de que “los que nos dirigen son unos locos”, o “no saben lo que hacen”. No lo creo así. Es bastante simple y superficial pensar de ese modo. Sencillamente, se han distanciado tanto, que aunque dicen representarnos, no lo hacen. Sus intereses están a varios miles de dólares de distancia, y contar con nuestra confianza les resulta absolutamente innecesario.