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Del diálogo masticado al opositor rosado

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Por Eduardo Díaz Delgado

La Habana.- Son demasiado predecibles. Ahora es hora de premiar al «osado» por entrevistarse en un medio «contrarrevolucionario». (Sarcasmo)

La Joven Cuba no es contrarrevolucionaria. Si lo fuera acosarían a sus miembros en Cuba, como han hecho con el resto de los que sí lo han manifestado abiertamente en su trabajo. Ese medio es más atractivo que el oficialismo y tiene a gente talentosa haciendo un trabajo necesario. Punto.

Para vivir en Cuba, hasta cierto punto hay que pactar con el sistema. No decir abiertamente que en Cuba hay una dictadura, es eso. Pero no se puede exigir a la gente que lo haga en medio de una dictadura. Porque es UNA PUTA DICTADURA.

Tener que abordar los temas candentes con doble sentido y mucho tacto que llega el teniente, el despido y las sombras es consecuencia de que haya una dictadura. El programa de Pánfilo era más interesante por tocar esos temas. Basta ya de hacerse el bobo. La Joven Cuba es más interesante por llevar a gente a hablar ahí con mucha más soltura y dejarlos hablar. Eso permite analizarlos y darse cuenta del mojón que viven desde dentro los referentes revolucionarios y por supuesto que quedan mal parados la mayoría de las veces que intentan, desde la lógica revolucionaria, explicar algo a gente que no tiene esos sesgos y aplica el sentido común.

Yo sé que la intención de la Joven Cuba no es cambiar al gobierno, ni ser adversarios políticos. Sé que hay un factor que habría puesto dinamita en esa entrevista, los miembros del podcast tienen para eso. Pero no hizo falta. Ver a alguien inteligente pero siniestro hacerse mierda él mismo y enterrarse sin presiones es hermoso.

Ahora bien, Lis Cuesta y el departamento de control de daños. Necesitan crear referentes controlables -todo lo que esté a su alcance lo es- para vestirlos de oposición acérrima o por lo menos lo suficientemente opuesta para que un diálogo sea creíble.

Los diálogos de Díaz-Canel consigo mismo en los que invitó a jóvenes, periodistas y demás gremios poco después del 11 de julio nadie se los tragó. Aún estamos esperando que hagan algo como lo que dijo la periodista Cristina Escobar —perdón, quise decir propagandista—.

Necesitan presentar un diálogo, vender una apertura como símbolo de cambios para darle pie a los que quieren hacer negocios con el castrismo. Quieren negocios, usar de carnada a los mipymeros elegidos y a hacer millones. Y los demás que se jodan. Usar el recuerdo de la época Obama como un Oasis (que lo único bueno que tuvo es que no podían controlarlo todo y hubo gente que hizo un menudo) y a hacer ricos a la nueva casta que no pudo hacerse millonaria y volar lejos, como los hijos de…

Necesitan hacerlo ahora porque no tienen soluciones y necesitan al menos vender esperanza.

Ahora recogen a un opositor Lite, rosado si se puede, que quiera reestructurar el bodrio revolucionario por enésima vez y obtener algo de oxígeno para seguir con la bota arriba de las soluciones que necesitan los cubanos.

Cuba necesita que la banda de ineptos corruptos que la gobiernan dejen de oler a poder y sean sustituidos por gente que se lo gane con talento. Que el cubano pueda trabajar sin que un «cuadro» redondo y rosado (y con mal gusto) lo gobierne y le ponga obstáculos. Se necesita que la gente pueda innovar, competir y aprender de cada fracaso. Cuba necesita aprender a escoger a sus dirigentes, cambiando a cuanto incapaz pase por ahí por esa silla de presidente. No tiene que esperar por el aprendizaje del incapaz, tiene que poder removerlo con proyecto incluido.

Eso no va a pasar si los que gobiernan pueden establecer las pautas del cambio que quieren vender. Pero son tan mediocres que esto se está oliendo hace años. Este es como el segundo paso para un cambio fraude, pero ni eso saben hacer.

Yo no quiero aperturas, no quiero que me regulen la libertad hasta donde necesiten para que me calme. Quiero que seamos libres, que no me puedan dosificar los derechos. Métanse el diálogo y las aperturas por el asterisco.

Sígueme para más predicciones.

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