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Por Joaquín Artiles ()
Santa Clara.- En mis tiempos libres me he dedicado a leer Das Kapital, pero en Español, así que lo que me he leído es El Capital y logré captar la idea de que sólo el trabajo humano produce valor. Si la cosa es así, y no lo pongo en duda porque el hombre estudió bastante, he producido una cantidad de valor tan grande que bien podría ser millonario.
Al parecer, la negativa que me ha dado la vida en ese asunto, ha de ser culpa mía. Pero, haciendo una breve remembranza de mi vida, la plusvalía y yo nunca nos hemos entendido muy bien. Salvo aquellas plusvalías que he derrochado en algunas gozaderas, la verdad es que no logro chocar con ella.
Mi problema con la Mehrwert, que es como se dice plusvalía en Alemán, es que toda la expresión monetaria del valor que como asalariado he creado por encima del valor de mi fuerza de trabajo, se ha esfumado delante de los ojos de mi cartera.
Desde que Adam Smith y David Ricardo empezaron a hablar del tema, hace más de un siglo y medio, ya yo estaba destinado a no ser merecedor de plusvalía alguna. De la fórmula enunciada para la tasa de la plusvalía, 3.3 horas de trabajo diario eran destinadas a la subsistencia del trabajador.
Según veo, la cosa no estaba tan jodida en aquella sociedad. Con el treinta y tres porciento del valor que creo en una jornada, muy posiblemente no alcance para una libra de frijoles.
Tendré que ir pensando en crear mi negocio, una MIPYME quizás, donde pueda adueñarme de ese sesenta y seis porciento restante a ver si la cuenta me da. Debo reconocer que ya voy por la página noventa y tres y el genio no me deja continuar. Mejor empiezo a leer Alicia en el país de las maravillas, a ver si me tranquiliza.