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Por Jorge Fernández Era ()
La Habana.- Si a alguien le quedaba alguna duda de hasta dónde el Gobierno cubano y su Partido Comunista se burlan de quienes dicen representar, ahí están los programas televisivos de los últimos días.
No hablo solo de los que intentan darle visos de racionalidad al tarifazo de Etecsa, sino también de la Mesa Redonda del martes 27 de mayo, donde se afirmó que el destino del turismo cubano «somos nosotros».
Trataban de justificar ante la opinión pública lo que muchos se cuestionan: la desmedida inversión en nuevos hoteles a costa del olvido de otros sectores —como la agricultura— que son de vida o muerte para un país que pasa hambre.
Nada de datos: cero cifras de los millones de dólares con que se levantan instalaciones turísticas que no van a ser ocupadas ni en un veinte por ciento.
Por Etecsa se cree en el derecho a no brindar un solo número que explique cuántas de sus ganancias fueron a dar al mejoramiento de su servicio o al apoyo a «otros sectores de la economía y la sociedad» que tampoco se mencionan.
Si es una mentira la autonomía de la empresa estatal socialista, ¿qué garantía tendremos de que dejarnos esquilmar redundará en una futura mejora de la conexión? Si ansían ser los dueños y señores de nuestro cerebro, ¿por qué no pensar que el día menos pensado nos la tumben?
A la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba le tocó esta vez poner la cara, pero no es ella la que maneja los hilos: el aparato militar y represivo que dirige el país, Gaesa al frente, es el que decide hacia dónde va cada centavo.
Que no se informe cuál es su destino —cada vez es menos «tú» o menos «nosotros»— y que servidores públicos que no sirven para nada se den el lujo de no rendir cuentas es símbolo de que somos una sociedad enferma, con una corrupción congénita.
Hay corrupción sin necesidad de presentar cifras para probarlo, desde el momento en que no se informan los destinos de un dinero que nos pertenece y que ellos tienen la obligación de administrar como bien común, no como botín de una elite que ofende la inteligencia culpando a agentes externos de una rebelión que ha propiciado ella misma por despreciar a los estudiantes, a los jóvenes, al pueblo.
No es un problema de datos en gigas, sino de estadísticas que se guardan los que nos imponen un totalitarismo peor que el que simulan criticar mientras predican un socialismo que es más estafa que la de Etecsa.